en la ruta
Bien dicho
Las palabras del presidente Luis Abinader en respuesta a las de William O´Neill, experto “independiente” en derechos humanos para Haití, quien la víspera pidió que se detengan las repatriaciones de nacionales haitianos indocumentados, fueron nacionalistas valientes y responsables.
“Que actúen con responsabilidad como debieron de actuar, ya que, si están tan preocupados por los Derechos Humanos, deben estarlo por todos los problemas que están sufriendo los ciudadanos pobres de Haití en Haití”, planteó de manera categórica el mandatario dominicano a la comunidad internacional. Y es que, más que propia, la postura de O´Neill, quien forma parte del staff de La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH), es la de la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU), que, pese a solicitudes, reclamos e insistencias, insiste en escurrir el bulto frente al dramático tema haitiano. Procurar que República Dominicana, a saber el mejor amigo y el mejor vecino que ha tenido Haití ante la indiferencia internacional, asuma mas carga de la que ya tiene con las consecuencias de lo que se vive al otro lado de la frontera, es una falta de respeto que raya en la insolencia y que confirma sus verdaderas intenciones.
Si la ONU entiende –y es verdad- que la situación de Haití es insostenible en términos de caos e inseguridad para sus habitantes, lo que debe hacer es intervenir militarmente para desarmar las bandas criminales que allí operan y restaurar el orden, pero pretender que renunciemos a nuestro sagrado deber de protección territorial es inaceptable.