enfoque
¿Qué ha hecho el canciller en el MIREX?
Antes de esbozar algunas reflexiones, es propicio precisar, para evitar especulaciones innecesarias, que el autor carece de cercanía con el canciller Roberto Álvarez. Aunque comparten principios diplomáticos, divergen en algunas convicciones ideológicas. Por tanto, el lector comprenderá que las opiniones expuestas son simplemente un reconocimiento a una realidad tangible.
Hace días sostuve un debate con un buen amigo del mundo diplomático. Su aseveración principal causó el diálogo. De manera contundente el amigo sentenciaba: “Ese canciller no ha hecho nada. Ni siquiera se le ve; el anterior era más activo”.
Mi respuesta no se hizo esperar y contesté: “Yo difiero totalmente. Y los argumentos para contrarrestar esa afirmación los exteriorizaré en un artículo y, en él demostraré que lo que dices es incierto”.
En efecto, sería fútil comparar profesional e intelectualmente al actual incumbente del Ministerio de Relaciones Exteriores y su predecesor. El primero goza de una dilatada carrera en el mundo de las relaciones internacionales. Domina varios idiomas. Además, desempeña sus funciones con la dignidad que caracteriza a todo diplomático ejemplar. Como consecuencia, vale la pena agregar que no es significado de eficiencia aquel que se haya vendido como activo.
Luego de haber asumido Roberto Álvarez como canciller, observé detenidamente sus decisiones. La primera fue paralizar y evaluar un listado de diplomáticos que habían entrado a la carrera. Inmediatamente, me percaté que su gestión se orientaría por el respeto a la institucionalidad.
En términos administrativos, se prescindió del personal que no cumplía con una función y careciera de preparación idónea para ejercer la misma. Asimismo, se racionalizó el gasto en las actividades cotidianas. Y este continúo, a pesar de que para mediados del año 2021 se había retornado a la normalidad post-Covid.
De igual forma, se dignificó las condiciones laborales de los colaboradores. Tanto en materia de edificación estructural como de remuneración individual.
En los Viceministerios se hizo una recomposición sustancial. Es decir, se dirigieron a los colaboradores con las especialidades, experiencias y capacidades hacia el área correspondiente. Igualmente, se emprendió una dinamización formidable de los programas de capacitación en materia diplomática, idiomas y temas afines para los colaboradores.
La actual gestión estableció un filtro apto para la inducción de nuevos colaboradores a la institución. Esto permite no solamente que haya una depuración íntegra del aspirante sino, también, que crea un panorama de igualdad de oportunidades para todos, ajustado a las competencias y habilidades requeridas; y, por consiguiente, eso elude que exista una distorsión de la función diplomática.
Hoy, la Cancillería dominicana cuenta con tres certificaciones de las normativas ISO. Estas sobre los sistemas de gestión de calidad, gestión del cumplimiento y gestión antisoborno. Este es un indicador internacional que mide el elevado nivel de pulcritud que rige las instituciones estatales. Como resultado, evidencia una mejoría óptima en el manejo de los fondos públicos.
En el servicio exterior, se le atribuye al canciller Álvarez, la readecuación de nuestras Embajadas. Disminuyó considerablemente los funcionarios designados que no ejercían ninguna función o, sencillamente ni se encontraban en el lugar destinado a prestar sus servicios. Y eso supuso, una mejor compensación de aquellos que sí están comprometidos responsablemente con sus faenas diplomáticas.
En la próxima entrega abordaremos aspectos sustantivos.