OTEANDO
Wessin: el convidado de piedra de nuestra historiografía
Nada de lo que he dicho en este trabajo sobre el general Wessin persigue en modo alguno detractar la figura de Caamaño ni mucho menos desacreditar la noble causa de los constitucionalistas, siempre conforme su mejor visión y parecer. Nunca, para mí, defender una posición ha implicado necesariamente desconocer la ajena. Soy un hombre dialéctico que apuesta a la mediación de criterios capaces de hacer resumir las respectivas visiones opuestas que podamos tener un interlocutor eventual y yo, en la esperanza de que la síntesis que resulte será portadora de una mejor y más elaborada propuesta de beneficio recíproco y colectivo. Persigo solo lograr un posicionamiento más comprensivo de la figura de uno de los hombres más nobles que ha tenido la República Dominicana, pero, sobre todo, cumplir con mi propio requerimiento interior sobre alguien a quien conocí y supe amar con sus virtudes y defectos, como los tenemos todos, pero noble, y honrado como el que más.
A todos aquellos que por pasión o torpeza no entiendan las dimensiones de este trabajo o, por conservar reputaciones falsamente ganadas quieran desdeñar de él, les digo que no lo escribo para ellos ni para provocar sus reacciones, sino las de las mentes sensatas del presente y del futuro; en la seguridad de que calificados analistas de mañana le darán su voto aquiescente. Son muchos los que se han enriquecido o construido un falso abolengo pasándonos factura de los riesgos que corrieron y las veces que pusieron en peligro sus vidas en aras de la construcción de un mejor país. En cambio, conozco a personas más honestas que han hecho su propia dialéctica, llegando a concebir sus experiencias de entonces como factores determinantes de la amplitud de miras que hoy poseen, sin que ello implique renuncia a sus principios, sino adecuación a lo posible.
Y, a los que conjeturarán acerca de la parcialidad de este trabajo, o de su posible encargo familiar, les adelanto que en la actualidad, por razones de todos conocidas, no tengo ningún vínculo con la familia Wessin, me encuentro en una suerte de exilio respecto de ellos y, además, estoy más que seguro -por el nivel de nuestro desencuentro-, que no sería a mí a quien confiaran una labor tan dignificante, cuestión de la que, por fortuna, puedo prescindir.