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Tribuna del Atlántico

Contradicciones aquí y allá, frente a la crisis de Haití

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha declarado en Jamaica, en una reunión con el primer ministro, Andrew Holness, que la crisis de Haití constituye una amenaza a la seguridad del Caribe.

La ONU, descubriendo la fórmula del agua tibia sobre una crisis en la que su participación no hizo más que agravar el problema.

La semana recién pasada el director de la Junta Distrital de Estero Hondo, Jorge García, en una rueda de prensa, explicaba que, en los últimos meses, se ha multiplicado el trasiego de ciudadanos haitianos por ese municipio.

García señaló que tradicionalmente Estero Hondo es, más que nada, un punto de tránsito de ciudadanos del país vecino que tienen como destino principal otras provincias del país.

En una y otra declaración se observan las grandes contradicciones a que conduce el tratamiento del tema haitiano en el ámbito local y en el internacional.

La alerta del director distrital no hace más que poner el dedo en la llaga de las acciones del Gobierno Dominicano, mientras se destaca el apresamiento en varios lugares del país, de presuntos miembros de las bandas que aterrorizan ese país, la Fuerza de Tarea Conjunta, cuyas instalaciones fueron inauguradas en Estero Hondo en 2019, se ha reducido a un punto de chequeo para quienes pasan por el frente de sus instalaciones, nada más. Es decir, buscamos impedir el ingreso de los violentos, mientras relajamos las medidas para el ingreso de río creciente de inmigrantes que huyen del escenario de horror que reina al otro lado de la isla.

Las declaraciones del secretario general de la ONU, en Jamaica, uno de los pocos países que ha manifestado su disposición de enviar soldados a Haití, retrata de cuerpo entero el doble estándar de la comunidad internacional frente a esa crisis.

Mientras en Ucrania, occidente gasta miles de millones de dólares para contener la agresión rusa, aquí, a pocas millas de las costas de los Estados Unidos, el drama de Haití no provoca nada más que anuncios huecos de la administración norteamericana, tímidas ofertas de Canadá y un océano de indiferencia de Francia.

El primer ministro de Jamaica destacó en su encuentro con el secretario general de la ONU, que los países que apoyarían un despliegue en Haití, quieren ver primero un consenso político en ese país y un calendario para poner fin al despliegue propuesto. ¿Sensato no? Eso parecería. Pero la comunidad internacional no hace ningún esfuerzo por lograr ese consenso. Esta misma semana, según reporta Le Nouvelliste, Mirlande Manigat, anunciaba la posposición del Foro Sobre Seguridad del Alto Consejo de la Transición, previsto a realizarse los días 16 y 17 mayo, debido a la cercanía de la fecha con la conmemoración del 220 aniversario de la bandera de ese país.

¿Se va a producir ese consenso si la comunidad internacional no propicia el diálogo para que los sectores de Haití planteen soluciones a la dramática situación que les afecta?

¿Puede la República Dominicana alcanzar algún nivel de control del flujo migratorio de desde Haití, relajando las medidas en los puntos de control estratégico?

En uno y otro caso parecería que estamos ante dobles discursos, mientras de boca se proclama una cosa, en la práctica se hace otra cosa distinta.

Así, no se llega a ninguna parte.