Holocausto: La madre de todos los temores

La advertencia es de Cabral: “¡Que llueva, que llueva, el mundo está en peligro. Cuidado hombre pequeño, los grandes se han reunido!”. Mientras en el patio nacional contamos los muertos de la S.S., relacionados casi todos con el manejo irresponsable, el consumo de alcohol mientras se conduce, y la incapacidad del Estado para imponer la revisión anual (Revista) a nuestro parque vehicular, nuestro mundo es hoy la suma de todas las incertidumbres. La madre de todos los temores.

Así, mientras esto escribo, China asedia a Taiwán como un verdugo con la incursión de 59 de sus aviones y once de sus buques militares. Rusia continúa desangrando al pueblo ucraniano en una guerra que a enero de este año, según la ONU, ha provocado la muerte de más de siete mil civiles.

De Estados Unidos poco más hay que decir en sus relaciones con la América morena y mestiza, y especialmente con las patrias mulatas que situadas en el corazón de la América, ellos llaman despectivamente su “patio trasero”. En el caso específico de Dominicana, los místeres ya ni siquiera se ocupan de guardar las formas y enviarnos un procónsul imperial (embajador), y prefieren gobernarnos con visitas ocasionales de sus funcionarios, y a través de su sociedad civil local y las bondades de la siempre astuta y generosa USAID, a partir del cuento pre-bíblico del presidente Monroe y su doctrina: “América para los estadounidenses”.

Moscú, Pekín y Washington, las tres metrópolis de tufo imperial, deben ponerse de acuerdo: O ninguna mancilla los países de su vecindad o lo siguen haciendo las tres “y que entre el mar”, y que la ONU (que en ocasiones para lo que alumbra apagada es que luce), entierre su cinismo.

Nuestro planeta necesita negociar cuanto antes un nuevo orden mundial en el que Estados Unidos, Rusia y China se comprometan a respetar la soberanía e idiosincrasia de los países de su entorno, sin tratar de imponer sus valores y modo de vida. ¡Un respeto, Joder!

Rusia, con el cuento de su imperio perdido, Estados Unidos con la arrogancia de creerse que sus valores tienen que ser los del resto del mundo y China, compitiendo con la arrogancia de los dos anteriores, están poniendo en peligro la paz mundial, la vida de todos, como si no supieran que en una guerra nuclear no existe el Plan B.

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