Las mujeres amaban a Jesús

Cuán grandioso papel el de las mujeres en el desarrollo del ministerio de Cristo! Ellas fueron favorecidas y colaboradoras clave, mientras Jesús viajaba anunciando el reino de Dios. Lo seguían, le presentaban a sus niños, le tocaban sus vestidos para que las sanara de sus enfermedades, se gozaban en servirlo, lo bendecían a gritos como esa, que una vez levantó la voz y le dijo: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron”. Las mujeres amaban a Jesús y él correspondía con piedad este amor. La mujer que se aproximaba a él era despedida agradecida y feliz. El llanto de la viuda de Naín le hace derramar lágrimas al punto de que resucita al hijo muerto; los ruegos de la extranjera, cananea, le conmueven de tal modo que le cura a la hija; la encorvada, por dieciocho años, es sanada el sábado, aunque los jefes de la sinagoga dijeran que es un sacrilegio.

Algunas mujeres, que habían sido sanadas por Jesús, lo ayudaban incluso en su manutención. Lucas narra: “Y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza, intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían con sus bienes”. (Ver: Lucas 8:1-3).

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