El verdadero cristiano
La plena realización de la verdadera naturaleza debe ir siempre dirigida al perfecto cumplimento de la eterna idea que Dios tiene y espera de nosotros, esto, partiendo del criterio que debemos ser pieza esencial en construir un mundo que sea extensión de su obra creadora.
En perfecta armonía, Dios, por medio de su Gracia nos concede la vocación de cristianos, que, con la inteligencia y el corazón nos hace seguidores de Cristo, aunque algunos puedan ser presa de la ruindad que se anida en los estrechos de corazón y amargados de la vida.
Para ser verdaderos y auténticos cristianos la vida interior debe contar con la razón y la voluntad, que conduzca a renunciar a la falta de carácter y desidia que conduce a una de falta de caridad.
Cuando se desconoce la personalidad de la vida cristiana se cae en la penosa situación de ser un seguidor de Cristo anodino sin capacidad de entrega y decisión para afrontar los retos que se presentan en estos tiempos recios.
Se habla del perfecto soldado de Cristo, que implica renunciar al conformismo y a ser uno más del montón, por tanto, el verdadero cristiano ambiciona la verdad, y esto solo se logra cuando se deja atrás llevar una vida doble, una ante Dios y otra ante los hombres.