Favores y misericordias
De principio a fin, el salmo 103 celebra todos los beneficios obtenidos por medio de la gracia de Dios. Así empieza: “Bendice, alma mía a Jehová;/ y bendiga todo mi ser su santo nombre./ Bendice, alma mía a Jehová,/ y no olvides ninguno de sus beneficios”. A seguidas se citan los motivos de tal adoración: “Él es quien perdona todas tus iniquidades”, aquí es donde comienza siempre la actividad de Dios a favor del hombre pecador: la purificación espiritual; “Quien sana todas tus dolencias”, nótese que dice “todas”, esto es, las dolencias del cuerpo, del espíritu y de la mente.
“Quien rescata del hoyo tu vida, / el que te corona de favores y misericordias,/ el que sacia de bien tu boca/ de modo que te rejuvenezcas como el águila”. Cuando Dios, por la gracia y consolación de su Espíritu, restaura a sus hijos de sus corrupciones y los rescata de las fuerzas destructoras, los llena de nuevo con vida y gozo, como un maravilloso anticipo de la venidera felicidad eterna. Por eso, sienten renovados el vigor, las fuerzas, la esperanza, como si volvieran a los días de su juventud.