Dios es fiel
Al escudriñar en la carta de apóstol Pablo a los Tesalonicenses (2, 16,3,5), vemos, que para seguir avanzando en el camino de la fe hay que orar a tiempo y a destiempo, esto, para que nos veamos libres de la gente perversa y malvada, porque la fe no es de todos.
De esta convicción resulta, que el Señor con su fidelidad libra de las asechanzas del Maligno que se presenta siempre teniendo como arma la hipocresía y la ambigüedad de su mensaje.
Es de saber, que la fidelidad está unida a la fe, que consiste en la confianza depositada en quien todo lo puede: Dios. Se trata de una realidad o verdad incontrovertible, porque su amor no es voluble, sino para siempre.
Fieles y prudentes a la voluntad de Dios participamos en su Reino, y solo siendo coherentes entre lo que decimos y practicamos podemos tener la garantía de la verdad.
Es muy difícil que alguien sin entrar en su interior revisando qué aspectos o actitudes se desprenden de la mentira o de la muerte, dejando entrar en su corazón la maldad que corroe el alma, pueda encontrar a Dios en su fidelidad.
El camino de la santidad es muy exigente, y quien vive de verdades a medias al tratar de convertir la falsedad en verdad, jamás podrá reclamar el amor de Dios.