Digresión que altera el rastro de una desaparición
Hay una digresión en el relato del Doctor Balaguer al poeta y escritor Gerón, cuando dice que, “al llamar Johnny Abbes a Grunning, le explica la situación por la que atravesaba en ese momento y el segundo le envió pasaje y reservó hotel y una vez en Haití, Abbes planificó el asesinato de Duvalier en coordinación con el yerno de Duvalier por órdenes de la CIA. En primer lugar, Abbes no detiene su viaje a Tokio, sino que continúa hacia Japón, luego que Grunning intercede ante Balaguer. La llegada de Abbes a Tokio está debidamente datada en los documentos internos de la Cancillería dominicana, así como su toma de posesión como Cónsul dominicano. Hay un acta levantada en esa ocasión. Abbes duró en ese cargo alrededor de cuatro meses cobrando un salario. El Dr. Balaguer pudo haberse confundido con el dato que proporcionó al poeta Gerón, en cuanto a las fechas. Por otro lado, Abbes viajó a Haití en 1963, no en 1962. Grunning tenía vínculos con Abbes desde 1957, cuando Abbes participó en la muerte del Presidente de Guatemala por órdenes expresas de Trujillo (léase mi obra “La Rapsodia del Crimen”). En 1963 gobernaba el país el Profesor Juan Bosch, y se habían suscitado graves incidentes con Duvalier, que estuvieron al punto de provocar un enfrentamiento militar. La posición de Kennedy era contraria a Duvalier, apoyó los movimientos de exilados haitianos desde Santo Domingo en incursiones a territorio haitiano, pero no midió la dignidad de Bosch, debido quizás al viejo estilo imperial, de hacer cosas sin consultar con los mandatarios. Estos movimientos eran asesorados por la CIA. La idea del presidente Kennedy era convertir la isla en dos naciones democráticas, para oponerla al ejemplo castrista, todo lo que iba en consonancia con el proyecto de la “Alianza para el Progreso”, cuya fin era demostrar que se podían hacer cambios sociales en América Latina de manera pacífica sin caer en una dictadura comunista. Pero Kennedy y la CIA no consultaron a Bosch, sino que establecieron la coordinación de esa operación para derrocar a Duvalier con la complicidad de militares dominicanos y exilados haitianos dirigidos por la CIA. Ignoraron a Bosch, desacato que Bosch no toleraría jamás, y ese es el “misterio” del Golpe de Estado de 1963, tal y como lo describe magistralmente, el Embajador Víctor Grimaldi. Era presentar la isla con dos democracias frente a la dictadura de Castro. No debe haber dudas de que Kennedy apoyó al gobierno de Bosch con todos los programas de la “Alianza para el Progreso”. Muerto Kennedy, la vitrina democrática de Bosch quedó enterrada junto a “La Alianza para el Progreso”, y sus objetivos de evolución pacífica (reforma agraria, planes desarrollistas, libertades, cambios graduales en el esquema social dominante). Hasta su muerte, casi dos meses después, Kennedy, no reconoció al Triunvirato y estimuló un eventual retorno a la constitucionalidad para reponer a Bosch. Duvalier y Johnson se entendieron después del magnicidio de Kennedy. Johnson desconoció todas las tratativas de reposición de la constitucionalidad dominicana que sostuvieron Kennedy y Dean Rusk, y a contrapelo apoyó al Triunvirato, ese adefesio de gobierno. Posteriormente, la escogencia de Balaguer en 1966 garantizó la “estabilidad” conjunta de la isla bajo la férula de los planes de contrainsurgencia continental.