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En Italia el arte de Simone Leigh sublimiza la historia de tortura y esclavitud

El abuso y la negación de derechos a los demás son actos sádicos. Aunque sus practicantes procuren justificarlos bajo doctrinas disciplinarias, pretendiendo santificadas aureolas, su voluntad es ratificarse como Poder, ejerciendo el derecho exclusivo (sic) a la imposición de su fuerza irracional, pues sólo a ellos conviene y beneficia: de sus esclavizados reclaman personalidades, fuerzas laborales, sueños, lealtades, propiedades e imaginarios como propios; para beneficio y satisfacciones particulares.

De los esclavizados, ¡lealtad para el ladrón de libertades, el estafador de vidas, el explotador!

Un absurdo, a todas luces.

Así y en medio de eso nacieron las historias de las rebeldías y las resistencias. Junto a estas, otras historias sórdidas, sobre los recursos del poder dañado: persecuciones, cazas, flagelaciones y sodomías.

Es extensa y avasallante la retahíla de denigraciones a las cuales la esclavitud y el colonialismo condenaron a naciones y a personas desde tiempos de “El Renacimiento” europeo y de la Filosofía de la luz (el Iluminismo).

Sólo hay que estar vivos para paradojas ver, atestiguar, sufrir y escuchar.

Y también para ver a los abusadores caer.

Los esclavistas y colonialistas jamás pensaron que las tragedias infringidas por ellos a sus esclavizados podrían alguna vez ser relanzadas como improperio y muestra de su cruel inhumanidad desde las tribunas culturales del igualitarismo triunfante.

Tampoco que tanto despotismo, nepotismo y socarronería contribuirían a formar una consciencia clara en los esclavizados: que ante la falta de derechos, los horrores y abusos de la esclavitud, los esclavizados y colonizados ya nada tenían que perder y, contrariamente, luchando tendrían todo un cielo por ganar.

Menos aún, que las historias de maltratos serían sublimadas desde la cultura y las artes para perfilar la dignidad ganada, mostrar la grandeza del espíritu subyacente y no doblegado.

Y, ahora, en Venecia, argumentar el triunfo de un igualitarismo que ha entrado a la escena postmoderna con un estandarte triunfal tras el cual marcha un ejército capitaneado por una mujer artista e intelectual afroamericana, Simone Leigh, bajo una consigna: Autodeterminación. Es decir, libertad ganada y ejercida alrededor de cuyas manecillas hay que actualizar los relojes del pensamiento, las normativas conductuales y las praxis globales.

Tampoco que el sufrimiento que impusieron y las dolorosas condiciones a que sometieron a los negros capturados, comprados en África y luego esclavizados durante siglos, antes que moverlos a la claudicación, hayan templado las almas de sucesivas generaciones de antiguos esclavos afrodescendientes e incrementado en ellos las ansias libertarias, junto al rechazo radical a esas seculares prácticas de justicia corrupta, vejámenes y prácticas discriminatorias y de exclusión.

Engreídos por sus fortalezas militares, instrumentales y económicas, jamás pensaron que la negación de la natural condición de seres humanos a aquellas personas —iguales ante Dios, con igualdad de derechos y oportunidades—, algún día sería estandarte del orgullo y motivo para una resistencia continua y por siglos.

Wifredo Lam lo expresó, en 1944, con las siguientes palabras: arte “para molestar a los poderosos”.

La artista afroamericana Simone Leigh, hoy accede al arte para rendir homenaje a la larga historia de colectividad, comunidad y cuidado de las mujeres negras descendientes de esclavos y procedentes de naciones colonizadas, a favor de las sociedades hasta las cuales fueron arrastradas.

Es la proclama triunfal y heroica que en Italia, en el pabellón estadounidense de la 59ava Bienal de Arte de Venecia 2022, ha enarbolado Simone Leigh.

Ella recibió la comisión de tal proyecto del Instituto de Arte Contemporáneo de Boston (ICA), bajo los auspicios de la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales del Departamento de Estado de los Estados Unidos. El ICA enfoca intersecar “el arte contemporáneo y la vida cívica”. Para articular esta iniciativa contó con las subcomisionadas Jill Medvedow y Eva Respini.

¿El resultado? Simone Leigh obtuvo uno de los leones de oro, máximos galardones de la 59ava Bienal de Arte de Venecia, 2022. Los dos de este año fueron otorgados a ella y a Sonia Boyce: dos mujeres afro descendientes, de padres procedentes de las Antillas que fueron a parar a los Estados Unidos y a Reino Unido (Londres). Una es artista; la otra, artista y educadora. Sobre sus cualidades, los lectores conocerán más en la ya en circulación edición #20 de la revista Contemporanía | Arte latinoamericano en la escena global.

“Sovereinty”, una convocatoria a la re-integración desde la causa triunfal y la celebración del orgullo

"Sovereinty" (Soberanía), la instalación presentada como un conjunto escultórico-arquitectónico por Simonne Leigh en la referida 59ava Bienal de Arte de Venecia, se ha constituido en un ámbito festivo. En una celebración por y declaración de la igualdad.

Una proclamada y celebrada desde la perspectiva femenina y de las artes.

Después de ser instalada el 23 de abril para permanecer abierta hasta el 27 de noviembre del corriente año 2022, ahora es acompañada de otra iniciativa, mucho más incluyente, diversa e integradora: “Leophole of Retraeat: Venecia”, algo así como “Venecia: aislamiento en retirada”, una articulación poética en torno a una convocatoria a encontrarse durante tres días, del 7 al 9 de octubre del 2022, en la Fundazione Giorgio Cini, evento al cual han sido convocadas mujeres negras intelectuales y creadoras del mundo.

Entendida como una extensión de la exposición Soberanía de Simone Leigh, este encuentro ofrecerá charlas, lecturas y proyecciones de películas, con la participación de relevantes y actuales pensadores, artistas, escritores, cineastas, poetas y activistas. Será, pues, una oportunidad para compartir perspectivas y, quizás, trazar una noción sobre el estado situacional de una problemática diádica: racial y de género en los intersticios de la intelectualidad y las artes.

El evento, sus participaciones y obras, serán transmitidos en vivo, en el sitio web del pabellón de EE. UU.

Es un proyecto importante, como un manotazo sobre la mesa del poder contra las exclusiones raciales y de género: 60 diferentes participaciones curadas por Rashida Bumbray y moderados por asesores curatoriales Saidiya Harman (profesora de la Universidad de Columbia) y Tina M. Campt y Owen F. Walker (Universidad Brown).

Es un evento abiertamente contestatario, a discernir por su guía temática: 1) Comunidades independientes de resistencia; 2) artes y artesanías y c) realismo mágico —entendido como “producción cultural negra que perturba la historia progresista occidental); 3) medicina o enfoques de dolencias físicas, espirituales, naturales y sobrenaturales y, finalmente, 4) Soberanía (autodeterminación).

El objetivo: reconectar con los iguales que sufren igual condición

Para los organizadores, “Aislamiento en retirada”, desea ser “un momento decisivo en el campo del pensamiento feminista negro global” y una toma de espacio público globalizado por el tema de la igualdad racial y de género, enfocado desde la óptica del heroísmo, es decir de los aportes y, por consiguiente, es un acto de celebración, para homenajear a las mujeres – creadoras – hacendosas – pensadoras – negras desde las artes, el hacer, el imaginar y el pensar.

El objetivo es nutrir “las conexiones intergeneracionales e interdisciplinarias entre las pensadoras y creadoras negras que trabajan en el Sur Global y sus diásporas”. Para la curadora Rashida Bumbray: “A medida que cada uno se relaciona con los demás y con las ideas que guían el simposio, anticipamos nuevas polinizaciones cruzadas de pensamiento, algunas que pueden dar frutos en colaboración de inmediato y otras que esperamos que den frutos durante muchos años”.

En este encuentro participarán artistas, intelectuales y pensadores procedentes de Nueva York, Londres, Milán, Kingston, Washington, Filadelfia, San Francisco, Toronto, Harlem, Vancouver, Dallas, Brooklyn, Detroit, Los Ángeles, Johannesburgo, Houston, Berlín, París, Seattle, San Antón y Carolina (Puerto Rico), Salvador (Sao Paolo, Brasil), Santo Tomé y Príncipe, Whitby, St. Croix, New Haven, Puerto Príncipe, Múnich, Basel, Lake Garda, Glasgow y Johanesburgo.

Una lista que obliga la pregunta: ¿El Sur Global está realmente representado ahí?

Independientemente de ello, el encuentro surge como iniciativa de la artista Simone Leigh, quien, nacida en 1967 en Chicago, Illinois, EE. UU, ha estado impulsando el vínculo permanente de su arte con las comunidades en un tiempo que los museos se han quedado con poco público. Esta artista ha realizado una extensa obra en varios medios (esculturas, videos y performances) en las últimas décadas, centrada en expresar la interioridad de la mujer negra desde una teoría feminista incorporada al ejercicio intelectual-artístico. Ella —como todo el arte afroamericano, desde “El Renacimiento de Harlem” de 1920-30— se esfuerza por llenar el vacío “de registros” sobre el aporte y valor de las afroamericanas en la cultura occidental.

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