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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

Se derrumbó la tierra

Todos en algún momento de la vida hemos sentido que el mundo se nos cae en pedazos.

Y cuando digo todos, no hago excepción, porque hasta un niño, cuando le quitan su juguete favorito, siente que el universo se le viene encima y produce unos gritos ensordecedores, dignos de una película apocalíptica.

Para algunos ese derrumbamiento puede venir por la muerte de un ser querido, por la pérdida de un trabajo, la traición de alguien en quien confiabas, o por el fin de una relación amorosa.

En fin, son muchas y frecuentes las razones que te remenean las entrañas y te hacen tambalear. Pareciera como si nada fuera estable en la vida, hasta lo que creemos más seguro, de un momento a otro, puede acabar.

Ante una situación que te desmorona interiormente, el levantarse y recoger los pedazos rotos para armar nuevamente el rompecabezas de tu vida, es tarea de valientes. Ahora, el qué tan duro caigan las piezas, va a depender de qué material estás hecha.

Si eres de los seres humanos con interior de cristal, cuando choques con una situación fuerte, te romperás en mil pedazos y será mucho más difícil recomponerte.

Si eres de los que trabajas en ti mismo para fortalecerte como el concreto, te levantarás rápido y probablemente en una sola pieza.

A veces cuanto más bajo caes, más alto puedes levantarte, depende de lo que hagas con tus pedacitos rotos.

Cuando el mundo se derrumba, es la oportunidad perfecta para mirar el desastre, rebuscar entre los escombros, salvar los pedazos valiosos (Dios, familia, amigos, etc.) y botar lo inservible, lo que estorba, lo que te aleja de tu meta.

Es una limpieza interior que cada cierto tiempo es necesaria practicar.

En la derrota es donde debemos sacudirnos el polvo y redescubrir nuestras potencialidades. Del fracaso nace el triunfo.

Por eso, procura no ir tapando “baches” en el camino, mejor saca valientemente a la luz “los vicios de construcción” que hay en tu vida, y arma tu mundo con piezas de concreto, basadas en las virtudes, procurando tener como piedra angular a Jesús, el único que es inquebrantable y sobre quien toda edificación está bien cimentada.

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