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OTEANDO

El Presidente y dos adverbios capitales

El presidente ha manifestado en su reciente discurso que es momento de estar cerca de la gente, ha entendido que, con el impacto que tienen en nosotros el aumento de los precios del petróleo y otros productos, no es el momento de pedir a los dominicanos más esfuerzos. Pero, ¿se puede estar cerca de todos? En modo alguno. Estar cerca de unos será, irremediablemente, ponerse lejos de otros. Cerca y lejos se tornan así dos adverbios capitales para el desempeño de un buen estadista.

Decía Margaret Thatcher que “no se puede gobernar desde la multitud”, y yo agregaría, pero sí para la mayoría. El presidente Luis Abinader parece entender lo mismo, pues aun en momentos de crisis y cuando una reforma tributaria parecía ineludible ha decidido poner el oído en el corazón de su pueblo que no aguanta más carga impositiva.

Y aquí retomo mi discurso adverbial para decir que el pueblo valora la valentía del presidente de ponerse cerca de las mayorías apostando al ahorro y la recuperación, que cree en la sinceridad de sus palabras, y él, parece estar determinado a poner estas en armonía con los hechos. Por tanto, a buen seguro, y como en términos físicos acercarse a un punto implica alejarse de otro de obligada referencia, deberá alejarse de ciertas minorías: de los embajadores susurrantes de las codicias sectoriales, de los que creen que cualquier medio justifica el fin de la repostulación, incluido el de las posposiciones de medidas odiosas para momentos en que resulten menos impactantes, en fin, de toda rémora política neopatrimonialista e insaciable que ejerce chantaje y extorsión sin ningún reparo cuando ve amenazado el posible aumento de su hacienda.

Es metafórico, alejarse implicaría solo desoír, ya que en modo alguno se puede ejercer el poder desde una isla. Pero también, el presidente -que ha pedido acompañamiento en esta cruzada-, debe potenciar la vocación conciliatoria que ha venido exhibiendo hasta ahora, para alcanzar litorales que le son ajenos y que tienen un peso específico en el comportamiento de las mayorías. Usted puede conseguirlo señor presidente, inténtelo. Puede darse ese lujo, porque todos saben que no tiene necesidades materiales que satisfacer a expensas del gobierno y parten del supuesto de que apenas si pudiera interesarle el prestigio de hacer un gobierno para la historia. Hacerlo bien no implica que no se pueda hacer mejor. Atrévase, ponga oídos sordos a la mediocridad oportunista.

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