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ORLANDO DICE...

Telepatía iguana

La telepatía era un arte refinado que aquí se prac­ticaba en una época con picardía y por mediación de una iguana y en un parque popular y abierto.

Eran tiempos inocen­tes y los telepatas una diversión que se daba fuera de circo. No todo puede ser leones, tigres y elefantes.

La conformación del nuevo Tribunal Superior Electoral fue un ejercicio de telepatía política sin iguana que aprovechó el consenso y fortaleció la institucionalidad.

No se conoce de llamadas entre turnos, o de reuniones al margen del Consejo Na­cional de la Magistratura. Las denuncias y las acusa­ciones no tuvieron que pisar el terreno de la confronta­ción y el debate.

El presidente del CNM, a su vez presidente de la República, insistió o solo pidió lo de siempre: que no fueran partidistas.

Que fueran indepen­dientes, el nuevo nombre del engaño, pues los in­dependientes comparten una característica común: tienen un amigo.

Amigos tienen todos los seres humanos, solo que hay amigos que son más amigos que otros, y otros amigos que prestan esca­leras, o las agarran, e im­piden caídas.

Al recién nombrado pre­sidente del TSE se le co­nocen méritos de carre­ra como juez penal, pero también se le recuerda sus vinculaciones políticas.

Fue cercano al PRD en los tiempos de José Fran­cisco Peña Gómez, y den­tro del partido, inclinado a Hipólito Mejía.

Nada malo, pero como nadie sale ileso, esa colin­dancia asegura su inde­pendencia. Mejía no es je­fe del Estado, y por tanto, sus posibles influencias se consumen en sí mismas.

El dato fue de conoci­miento de todos los con­sejeros, pero ninguno lo sacó a colación ni la candi­datura afectó el orden es­tablecido.

La telepatía política sin iguana fue suficiente pa­ra cubrir lo que en un am­biente distinto hubiera ocasionado los consabidos resabios y las cruciales dis­crepancias.

Los políticos, cuando se llevan de la política, ha­cen las cosas bien. Los in­dependientes con amigos es una fórmula de este tiempo que se espera pro­duzca los mejores resulta­dos.

Que no se convierta en inventos sin patente, pues de esos, como cachiva­ches, está lleno el almacén de los fracasos.

El equipo está comple­to, ahora juego.

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