En tiempo de corrupción

La mayor riqueza de los seres humanos se construye empleando la mente correctamente para la conquista de lograr hacer el bien.

Esa riqueza que otorga la protección al desvalido sin permitir que el poder oprima al desafortunado.

No hay que recurrir a la ostentación, sino al cumplimiento justo de la ley. La riqueza estimula el mérito a quien se empeña en ser útil, siendo capaz de realizar grandes obras con el fin de crear prosperidad a su país, produciendo empleos al necesitado trabajador generador del patrimonio de todos.

La benevolencia no es obstáculo del crecimiento humano cuando no se tienen tachas en el proceder, en cambio la riqueza del dolo almacena bienes y se regocija en su posesión, maltratando al desvalido y practicando la opresión sin sentimiento alguno, arruinando a su propio hermano, recibiendo así la maldición de la iniquidad que lo persigue con el temor, la ansiedad y la realidad de ser reo de la justicia. Hoy que corruptos enfrentan una realidad carente de principios juzgados por un proceder deshonesto, es deber de todos respaldar la lucha por los mejores intereses de nuestra sociedad.