ORLANDO DICE...
Singularidades
Cuentan que en los campos más apartados, cuando alguien viaja a la capital, dice que va para Ciudad Trujillo, y se cumplen sesenta años de la decapitación de la Tiranía.
Todavía aparece gente que no se sabe que el hombre fue a la luna, y hasta los chinos, con los ojos chiquitos, vieron el lado oscuro.
No debe extrañar, por tanto, que haya dominicanos que no sepan que las elecciones pasaron, y mantienen el frenesí de entonces, como si nada hubiera cambiado.
El mucho entrenamiento afecta tanto como la sobreactuación, y todo lo que no es natural. Consumir más esteroides no puede ser remedio.
La inocencia impide ver el mundo adulto, y no hay dudas de que en el 2020 hubo cambio, evidente a todos, pero no se notan las demás singularidades.
Los enconos en el PLD no solo fragmentaron al partido, sino que sacaron de juego a los designados, creando una situación política de exclusión.
Solo se piensa en Danilo Medina, pero no se puede olvidar a Leonel Fernández, cuya angurria hundió por igual su bote. Fuera uno y también el otro, en el partido de la estrella amarilla se produjo un proceso que todavía dura, o continúa.
No solo Fernández o Medina pueden ser candidatos. Ese derecho fue reivindicado y ejercido por quienes no se atrevían.
Los nombres de entonces repiten ahora, y es mejor tener cantera que rocas duras que obstruyen el camino. El relevo está garantizado.
No importa si no cubren las expectativas, si no ganan en las consultas internas o en las elecciones. Lo real es que el partido no está capado y sus dirigentes no son eunucos.
El ahora se mueve, y no se disimula, aunque se reprende a veces. Y el resultado no será de saliva ni de hojaldre, sino de dinámica interior.
Si el proceso encanta, seduce, promueve, pues sin entusiasmo, con displicencia, no podrá salirse a camino y avanzar.
La velocidad será la que genere.
Aunque, primero, cuidar el vientre; después, el parto se dará por añadidura. El tiempo, el implacable, dirá la última palabra.