EN LA RUTA
Proyecto verja
A once días de que el presidente Luis Abinader anunciara que a mitad de este año se empezará a levantar una verja divisoria en varios tramos de la frontera dominico haitiana, el tema sigue produciendo reacciones y acaparando la opinión pública.
Una alharaca innecesaria porque si algo está claro es que para controlar algo primero hay establecer controles y en el caso de nuestra franja fronteriza los mismos constituyen elementos fundamentales de para la seguridad y la soberanía. Y es que al margen de las situaciones y delitos que se producen en todas las líneas divisorias terrestres del mundo, mientras en Haití persista la lamentable situación socioeconómica imperante, nuestra frontera, por demás vulnerable y porosa, cargará con toda la presión de la migración ilegal así como el tráfico de drogas, armas, contrabando y trata de personas.
La cotidianidad nos enseña que una casa siempre será más segura si cuenta con una verja (pared, malla, muro etc.) que le sirva de perímetro para definir y controlar mejor tanto los asuntos de adentro como los de afuera. Y el país -que es nuestra casa- no es la excepción.
Pero además, el proyecto de la verja es mucho más que eso ya que involucra implementos físicos y tecnológicos; estructuras duales en los tramos conflictivos; alambrados; vehículos, sensores de movimiento; cámaras de reconocimiento facial, radares y sistemas de rayos infrarrojos, entre otros. Es decir que, y aunque parezca un trabalenguas, la verja no es la verja sino un componente de la verdadera “verja” que es en sí un proyecto perimetral amplio y nacionalista, pero sobretodo altamente necesario.