El dedo en el gatillo

Esto es solo la punta del iceberg

La dignidad es un líquido mezclado con la sangre, y corre en todas las venas por igual. Inyecta todo tipo de respeto por mirar de frente al Sol. No importa la cuna o abolengo de su dueño.

Eso lo aprendí de Frankz Kafka. Su novela “El proceso me enseño a vencer mi dosis de inocencia.

También aplacó mi inmadurez tardía. Con otra de sus obras “La metamorfosis” descubrí que ningún cambio puede revertir la suerte del destino.

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