EN ESPECIAL
PLD entrampado
En el Partido de la Liberación Dominicana se angosta la democracia a la hora de elegir a los dirigentes. Antes, se derribó la puerta, primarias abiertas, para que los extraños definieran las candidaturas presidencial, congresuales y municipales.
Las bases peledeistas, como las almohadillas en el beisbol, solo para pisarlas: no puede seleccionar a sus “líderes” y en minoría a los postulados a puestos de elección.
Los simples militantes no sirven siquiera para validar posiciones dirigenciales.
Danilo Medina, expresidente y jefe partidario impone las reglas de juego y solo gusta transitar espacios reducidos, de fácil control.
El PLD requiere de mayor democracia, nuevos liderazgos, distantes de los vinculados a escándalos en el ejercicio del poder para posibilitar un relanzamiento de la organización.
Medina, lo piensa como instrumento de defensa de él, familiares y allegados, vinculados a actos de corrupción, según las primeras investigaciones y acusaciones del ministerio público, ciudadanos y entidades civiles.
Reinaldo Pared Perez, expresidente del Senado anunció su renuncia a la secretaría general del PLD, después de unos 20 años en la posición, y adelantó que se quedaba en el Comité Central, dejando su espacio en el Comité Político.
El exmandatario, su grupo y temerosos dirigentes que detentaron posiciones los 8 años de su administración, alegando riesgos por la pandemia de Covid-19, impusieron reelegir a todos los miembros del Comité Central (que será ampliado a casi mil) y que éstos escojan a los integrantes del Comité Político. Solo los presidentes de comité de base votarán por el CC.
“Ya la cúpula tiene identificados a los que va a poyar con la “logística” para que salgan electos al Comité Central, todos los demás serán utilizados como tontos útiles poniéndolos a gastar su tiempo y recursos para que legitimen el proceso”, posteó el jueves último José Laluz, miembro del CC y de la comisión organizadora del congreso peledeísta.
José Tomás Pérez, exsecretario general peledeísta y quien adelantó no seguiría en el CP, planteó en un tuiter que “no solo rompe con un derecho adquirido por las bases del partido, sino que le abre de nuevo las puertas a la vieja práctica del lobbismo y las componendas como método de ascenso político. ¡Repiensen eso!”
Hay otras críticas de similar intensidad y otras solapadas de aspirantes que esperan la bendición de danilismo, que hablan de renovación, pero que no se atreven a enfrentar la antidemocrática decisión de anular a las bases.
No se entiende el sonoro silencio de algunos que presumían de libres pensadores y que se han limitado en los últimos años a validar decisiones que allanaron el camino para la división y las derrotas electorales del PLD.
Apoyaron a Medina cuando en la campaña del 12 decía que no se repostularía, aunque la Constitución se lo permitiera, pero levantaron las manos cuando éste sorprendió en Juan Dolio cambiando de posición y accedieron a reformar la Carta Magna en un solo artículo. Firmaron un acuerdo de 15 puntos, pero antes de los cuatro años se desdijeron, cuando hubo otro cambio de humor. El pacto hasta fue denunciado como un “atraco”.
El entonces mandatario alentó allegados a postularse, pero nuevamente sorprendió y los subalternos como buenos chicos respaldaron el invento de ocasión.
El PLD ya fuera del poder con una anquilosada y sumisa dirección, forzado a una renovación, cede nuevamente a los intereses y animosidades del nuevo jefe.
Quizás Medina, parecido a Balaguer en su versión de Jalisco, quiera llevarse al PLD con él o convertirlo en lo que derivó el PRD: achicamiento paulatino hasta morir…
¿Se animarán reales y avergonzados dolientes?