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¿Qué te hace feliz?

MIRANDO POR EL RETROVISOR

Confieso que en un año tan atípico como el que casi concluye, cuando me hicieron la pregunta que da título al presente artículo me sorprendió y me dejó bastante pensativo.

En ese instante no supe qué responder, porque a mi mente no llegó nada vinculado a algo material.

Quizás cualquier persona ante la pregunta podría pensar en una casa confortable, un vehículo, sacarse la loto, aumentar los ingresos, emprender un nuevo negocio, un ascenso en el trabajo, visitar otros países, concluir estudios universitarios, gozar de buena salud. En definitiva, la respuesta podría estar muy asociada al anhelo o la necesidad más sentida en ese instante.

Dos semanas más tarde me llegó la respuesta a la interrogante en medio de una lucha incesante por conciliar el sueño, trastornado precisamente por esta pandemia del Covid-19 que ha cambiado y alterado de tan variadas formas el ritmo de vida de la humanidad.

Meditaba precisamente en la importancia del sueño, tan insignificante para mí hasta que comencé a reparar en lo vital que resulta para restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales a fin de alcanzar un pleno rendimiento durante el día.

Me interesé por investigar un poco sobre el hasta entonces ignorado sueño, un fenómeno en el que pensé que no ocurría absolutamente nada, pero leí que, por el contrario, entramos durante esa etapa de nuestras vidas a un estado de conciencia dinámico en el que podemos llegar a tener una actividad cerebral bastante activa.

Además, durante el sueño ocurren grandes modificaciones del funcionamiento del organismo, cambios en la presión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria, la temperatura corporal y la secreción hormonal.

Cada noche, mientras dormimos, pasamos por diferentes fases o estadios de sueño que se suceden con un patrón repetido a lo largo de cuatro a seis ciclos. Y, según los expertos, los trastornos del sueño son responsables de diversas enfermedades físicas y emocionales.

No pretendo cansarles con todo cuanto investigué sobre el sueño y su importancia, pero lo que si me llegó a la mente y quiero compartir con ustedes es el acto de fe que significa caer en un sueño profundo.

Pasamos casi un tercio de nuestras vidas sumergidos en ese fenómeno biológico e ignorando todo lo que pasa a nuestro alrededor, sin la plena conciencia de que despertaremos unas horas después.

Esa fue la razón por la que me sentí sumamente feliz y agradecido de la vida cuando desperté al día siguiente de esa larga meditación sobre el sueño.

No pensé en los afames del día que me esperaban, simplemente me dije a mí mismo, gracias a Dios desperté, estoy vivo.

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