El doloroso ingrediente de un balance desgarrador
Cuando se pase balance final a las secuelas dejadas por la pandemia del nuevo coronavirus, sin dudas la huella más dolorosa será la cantidad de personas valiosas que se ha llevado este letal virus.
A diario tenemos que lamentar muertes de personas, unas figuras públicas y otras allegadas, que no pudieron superar este virus tan atípico y letal, luego de largas y duras batallas en unidades de cuidados intensivos, totalmente alejadas en sus últimas horas de vida de sus seres más queridos. Con dolor hemos visto partir a personalidades de diversos ámbitos, con un legado impresionante, pero aún con todo el talento y la motivación de continuar realizando aportes valiosos a la sociedad.
Pero también a madres y padres ejemplares, profesionales de éxito con un ejercicio pulcro y ético, jóvenes talentosos con todo un mundo por delante, personas solidarias y sensibles ante el dolor ajeno, en fin, gente de corazón noble que jamás podría pasar inadvertido su paso por la vida. Son muertes que nos dejan sin las palabras -incluso a nosotros que vivimos de difundir sentimientos propios y ajenos- para expresar el profundo dolor que deja no tenerles más cerca.
Y mientras otros tan valiosos como los que han partido siguen luchando por su vida en camas de hospitales, entubados o conectados a un respirador artificial, en las calles se observa un agotamiento de la mayoría de la población con las medidas preventivas, por la prolongada incidencia de esta pandemia.
No es el mejor momento para bajar la guardia si nos vemos en el espejo de otras naciones que enfrentan una segunda ola de contagios, luego de relajar las medidas de confinamiento y distanciamiento físico impuestas al principio de la pandemia para contrarrestar el virus.
India y México son dos ejemplos elocuentes. El primero alcanzó los cuatro millones de infectados y, según médicos que trabajan en la primera línea del combate a la enfermedad, lo peor está por venir, ya que no se vislumbra una luz al final del túnel. En el segundo, la pandemia del nuevo coronavirus ha golpeado tan fuerte que algunos estados mexicanos se han quedado sin certificados de defunción.
El balance de decesos por la pandemia en cualquier rincón del mundo sigue siendo inquietante. Son muertes que duelen. De personas valiosas que ya no están. Gente que tenía más que dar. Un doloroso ingrediente en medio de este balance desgarrador.