PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Dos jesuitas combatieron contra Jacobo I
En 1606, luego de la conspiración de la pólvora (1605), Jacobo I impuso a los católicos un juramento de fidelidad. Los rebeldes perderían libertad y bienes. En el XVII fueron ajusticiados más de 60 católicos ingleses.
El 22 de septiembre, 1606, el papa Paulo V prohibió el juramento y encargó a Roberto Bellarmino, S.J., de responder. Según Bellarmino, el juramento negaba el primado del papa sobre la Iglesia. Además, el poder de Jacobo le venía del pueblo recibido de Dios. El pueblo tenía derecho a oponerse un monarca tiránico. Se batieron con panfletos.
Jacobo I publicó en 1609 una Defensa de la Fe. Alertaba a los asustados monarcas de Europa. El 14 de mayo, 1610, Enrique IV de Francia, todavía simpatizante calvinista, caía bajo el puñal de un fanático católico. Acción condenada por todos, católicos y protestantes.
Con su Defensa, Jacobo I tranquilizaba a los católicos: al jurar, solo reconocían un hecho natural, pues eran naturales los hechos consumados y no guardaban relación con la ética. Natural era su sangre real; natural una victoria militar. Ni la nobleza, ni el pueblo podían juzgarle, ¡solo Dios! Jacobo no era un simple laico como afirmaban sus enemigos papistas, anabaptistas y puritanos.
En 1610 Paulo V le pidió al jesuita Francisco Suárez que respondiera. En 1612 respondió: el pueblo tenía derecho a resistir a un tirano; la soberanía residía no en el monarca, sino en el pueblo, recibida directamente de Dios. Jacobo no era la última autoridad en materia de fe.
En 1614, el parlamento de París condenó la obra de Suárez a ser quemada por el verdugo, por sus proposiciones “escandalosas y subversivas”. Ardió también en Oxford.
Suárez, basado en Agustín y Tomás de Aquino, reconocía el derecho a resistir a un usurpador o un tirano. La acción violenta contra el tirano no competía a ningún individuo, tocaba a la comunidad sopesar las alternativas y decidir. Evitando extremos, aconsejó: a veces es mejor soportar una tiranía temporal moderada, que desatar una guerra.
Suárez afirmaba: por encima de las leyes del reino, estaba la ley moral de la conciencia. Al querer controlarla, Jacobo se extralimitaba desvergonzadamente.
(Ver, “Defensio fidei” de Francisco Suárez y su conflicto con Jacobo I, Miguel Anxo Pena González, Revista Jurídica Digital UANDES 2/1 (2018), 42-58).
El autor es Profesor Asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.com