Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Dos jesuitas combatieron contra Jacobo I

Avatar del Listín Diario
Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

En 1606, luego de la conspira­ción de la pól­vora (1605), Jacobo I impu­so a los católicos un jura­mento de fidelidad. Los re­beldes perderían libertad y bienes. En el XVII fueron ajusticiados más de 60 ca­tólicos ingleses.

El 22 de septiembre, 1606, el papa Paulo V prohi­bió el juramento y encargó a Roberto Bellarmino, S.J., de responder. Según Bellarmi­no, el juramento negaba el primado del papa sobre la Iglesia. Además, el poder de Jacobo le venía del pueblo recibido de Dios. El pueblo tenía derecho a oponerse un monarca tiránico. Se batie­ron con panfletos.

Jacobo I publicó en 1609 una Defensa de la Fe. Alerta­ba a los asustados monarcas de Europa. El 14 de mayo, 1610, Enrique IV de Fran­cia, todavía simpatizante cal­vinista, caía bajo el puñal de un fanático católico. Acción condenada por todos, católi­cos y protestantes.

Con su Defensa, Jacobo I tranquilizaba a los católi­cos: al jurar, solo reconocían un hecho natural, pues eran naturales los hechos consu­mados y no guardaban rela­ción con la ética. Natural era su sangre real; natural una victoria militar. Ni la nobleza, ni el pueblo podían juzgarle, ¡solo Dios! Jacobo no era un simple laico como afirmaban sus enemigos papistas, ana­baptistas y puritanos.

En 1610 Paulo V le pi­dió al jesuita Francisco Suá­rez que respondiera. En 1612 respondió: el pueblo tenía derecho a resistir a un tirano; la soberanía residía no en el monarca, sino en el pueblo, recibida directa­mente de Dios. Jacobo no era la última autoridad en materia de fe.

En 1614, el parlamento de París condenó la obra de Suárez a ser quemada por el verdugo, por sus proposi­ciones “escandalosas y sub­versivas”. Ardió también en Oxford.

Suárez, basado en Agustín y Tomás de Aqui­no, reconocía el derecho a resistir a un usurpador o un tirano. La acción violen­ta contra el tirano no com­petía a ningún individuo, tocaba a la comunidad so­pesar las alternativas y de­cidir. Evitando extremos, aconsejó: a veces es mejor soportar una tiranía tempo­ral moderada, que desatar una guerra.

Suárez afirmaba: por encima de las leyes del rei­no, estaba la ley moral de la conciencia. Al querer contro­larla, Jacobo se extralimita­ba desvergonzadamente.

(Ver, “Defensio fidei” de Francisco Suárez y su con­flicto con Jacobo I, Miguel Anxo Pena González, Revis­ta Jurídica Digital UANDES 2/1 (2018), 42-58).

El autor es Profesor Asocia­do de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.com

Tags relacionados