SODEO
¡Habrá elecciones!
Aunque el fin la crisis viral que padecemos no esté al doblar la esquina, y que vaya para largo, hay que poner la mente en que aquí habrá elecciones generales el 5 de julio próximo, como está pautado. Apostar a otra cosa, bajo excusas o argumentos hijos de un mercantilismo político-legal irresponsable, sería una forma alegre de poner en riesgo la paz social y el orden institucional.
A tono con un ejemplo que teníamos pensado para estas líneas, el compueblano y ex jefe de la Suprema Corte de Justicia Jorge Subero Isa, escribió que:” Si somos capaces de hacer filas en los bancos y aglomerarnos en los supermercados, y hacer tertulias en cualquier lugar, pues, adoptándose las medidas sanitarias de lugar para que en julio se celebren elecciones. ¡Su no celebración hará más daño al país que el COVID-19!”. Ante sugerencias de algunos que quisieran que sus jugosas ”asesorías” legales(¿) continuaran, alienta que la JCE – que se reencausa y recompone su imagen- garantizó por vías de los doctores Julio Cesar Castaños y Roberto Saladín que el 16 de agosto, fecha en que la Constitución establece un cambio de mando, “no habrá vacío de poder”, porque la institución responsable trabaja para montar unas elecciones en las que se aplicará un protocolo sanitario que garantice la salud de los votantes y del personal que laborará los colegios.
Además de las medidas elementales de higienización de los locales y de garantizar las distancias entre los concurrentes al evento para evitar contagio, de seguro que también se pensaría en un horario especial para electores de más de 60 años de edad, para embarazadas y personas con discapacidad.
Los que piensan un poco en el fortalecimiento institucional del país, estarán de acuerdo en que la democracia debe ser preservada y que el 5 y el 26 de julio, de irse a una segunda ronda, es una magnífica oportunidad para cumplir con ese gran reto. A muchos, la falta de memoria les hace olvidar las lecciones de la historia, como la de Horacio y la de abril del 65, por ejemplo. Y, en esa línea de olvidos, puede que alguien piense que el pueblo, asustado por coronavirus, no reaccionaria a un eventual desatino. Pero ojo, aprestos equivocados bien pudieran advertir a la sociedad y despertar “indignados”, más allá de la Plaza de las Banderas.
Ante los males del continuismo – y las secuelas del modernismo - caben las palabras del sesudo exguerrillero y expresidente uruguayo don Pepe Mujica de que “en las sociedades modernas no se discute: el órgano más sensible del ser humano no es el corazón, es el bolsillo” (¿).