EN LA DIANA
Expectativas y flexibilización de cuarentena
Primer tiro Con una inflación en caída libre, con una situación deflacionaria en el horizonte de corto plazo, y con el efecto recesivo de la cuarentena, ningún economista o analista serio se atrevería a negar que las medidas de flexibilización y expansión monetaria del Banco Central producirán grandes beneficios macroeconómicos. El financiamiento parcial del necesario aumento del gasto público es ahora mismo una tabla de salvación para mantener a flote la economía. Es correcta la observación de algunos economistas de que en la situación actual muchas empresas no quieren tomar préstamos y muchas entidades de intermediación financiera no van a prestar a deudores (empresas, hogares y consumidores) que no puedan pagar. Pero ese análisis no toma en cuenta la diferencia entre prestar recursos propios captados a las tasas pasivas anteriores a la crisis, y prestar los recursos liberados del encaje a tasas mucho menores que las anteriores. Pero más aún, tampoco toma en cuenta que los aumentos marginales del consumo privado de la cuarentena pueden ser financiados con recursos del encaje a menores tasas que los financiamientos tomados en la pre cuarentena.
Segundo tiro La política monetaria expansiva permitió las posposiciones de pagos de los deudores de las entidades de intermediación financiera, lo que sin medidas adicionales de inyección de liquidez produciría una disminución de los cobros, y por ende, del efectivo disponible de dichas instituciones, así como también de un aumento del riesgo crediticio y del gasto en provisiones de las mismas. Pero el paquete de medidas también congeló las calificaciones de riesgo crediticio de todos los préstamos sujetos a estas posposiciones, y los impactos negativos de la falta de cobro fue compensada con los mecanismos de inyección de liquidez a través de Repos por 50 mil millones de pesos, con lo cual se termina de asegurar la consistencia del conjunto de medidas de flexibilización y expansión monetaria de cuarentena. Pero como no hay almuerzo ni ninguna otra cosa gratis, algún costo habría que pagar por los beneficios que estas medidas producirán. Un mayor déficit cuasifiscal no estaría en discusión, mas no así el de una mayor devaluación de la moneda nacional.
Tercer tiro Para tener una estimación de la tasa de devaluación consistente con los fundamentos de la nueva situación es necesario proyectar el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, y luego evaluar si el mismo es financiable a través del financiamiento internacional y otras entradas de capitales. Hay tres grandes efectos que mejoran la cuenta corriente con el exterior: La reducción de los precios del petróleo, el alza en el precio del oro y la disminución de las importaciones de bienes y servicios que produce el efecto recesivo de la crisis. Si la suma de estos efectos es mayor que la caída de los ingresos por turismo y de las exportaciones de zonas francas, el déficit de cuenta corriente no aumentaría, y en una situación inversa en la que dicho déficit aumente, el mismo podría financiarse con entradas de capitales e inyección de reservas. Por tanto, una tasa de devaluación del 7.1%, más una brecha cambiaria entre el tipo de cambio promedio y el de las grandes operaciones de un 4.1%, no son cifras coherentes con los fundamentos de la cuarentena..