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Solemnidad de Cristo Rey

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Cardenal Nicolás de Jesús López RodríguezSanto Domingo

Con la Solemnidad de Cristo Rey termina el Año Litúrgico, y es como una síntesis de todo el misterio salvífico; después de celebrar todos los misterios de su vida, se presenta a Jesucristo glorioso, Rey de toda la creación y de nuestras almas. Jesús proclamó su Reinado cuando Pilato le interrogaba: “Tú lo has dicho, yo soy Rey”. Esta fiesta fue instituida por el Papa Pío XI, durante el Año Santo 1925. La encíclica “Quas primas” (11 de diciembre de 1925) afirma que, analógicamente, Cristo puede ser llamado Rey sobre todas las criaturas en grado eminente.

a) Del segundo libro Samuel 5, 1-3.

David sustituyó a Saúl, y fue ungido por manos del profeta Samuel, lo que demuestra la libre elección que el Señor hace de él, es el elegido y el ungido del Señor. En todas las elecciones narradas en la Biblia, se demuestra la gratuidad divina. Pero es claro que Dios no se fija en la apariencia, sino que mira al corazón. Esta tradición refleja el sentido profundamente religioso y carismático que siempre tuvo la autoridad en Israel.

Sabemos, además, que desde el principio las tribus del Sur (Judá y Benjamín) y las del norte (las otras diez) formaron reinos separados y con identidad propia. Sin embargo, David “reinó en Hebrón siete años y medio sobre Judá y treinta y tres años en Jerusalén sobre Israel y sobre Judá”. Uno de los momentos más importantes de la historia de Israel lo constituye la unificación de las doce tribus, la instauración de la dinastía davídica y el establecimiento de Jerusalén como capital.

b) De la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1, 12-20.

Estos versículos representan una acción de gracias y un himno en el que, de modo esquemático, se subraya la supremacía de Jesucristo. El interés pastoral de Pablo en esta Carta es exhortar a los fieles a la vida de santidad; para ello les presenta el misterio de la salvación en Cristo Jesús. Él es el único Salvador de la humanidad y del universo; es el Señor de todo cuanto existe: ninguna realidad existente, física, espiritual o moral escapa a su señorío. Las razones que da el Apóstol para mostrar la capitalidad de Cristo siguen dos direcciones: unas se apoyan en su Resurrección; otras en la plenitud de su divinidad.

c) Del Evangelio según San Lucas 23, 35-43.

Desde la debilidad y la humillación supremas de la cruz, Jesús aparece como rey vencedor del pecado y de la muerte. Ante Pilato dejó bien claro que su reino no es de este mundo. En su Pasión se presenta como un rey en quien todo es contradictorio: Su trono, la cruz; Su cetro, una caña; Su corona, de espinas; Su púrpura, un manto raído; Sus armas, la verdad y la justicia; Su ley constitucional, el amor; Su fuerza y poder, su debilidad. Para Él, reinar es servir, su reinado se basa en el amor.

Jesús funda la Iglesia con un grupo de amigos que serán sus testigos hasta los confines del mundo. en los evangelios se menciona el Reino de Dios 122 veces y 90 aparece en labios de Jesús, pues era el centro de su predicación, de la Buena Noticia a los pobres, pero jamás significa poder político. Siempre mantuvo el equilibrio: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Hay que evitar dos peligros: endiosar el poder temporal y politizar el Reino de Dios y el Señorío de Cristo. Hoy día la Iglesia mantiene su actitud de servicio a la comunidad, promoviendo los valores que más la benefician, la verdad, la solidaridad, la fraternidad entre todos los hombres.

Fuentes: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra. https://mercaba.org/ARTICULOS/E/el_himno_de_colosenses_col_1_15-20.htm

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