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VIENTO SUR

De regreso al deber

Es indiscutible que cuando este país está ante una consulta electoral, casi todo gira en torno al activismo político y se postergan tareas y acciones que se consideran que deben ser continuas.

El pasado domingo más de dos millones de ciudadanos acudieron a las urnas para expresar sus simpatías políticas por precandidatos presidenciales, a posiciones legislativas y municipales, arrojando un resultado escrutado por la Junta Central Electoral (JCE).

Si bien ese resultado no satisface a todos los contendientes, lo cierto es que a la par que se formulan reclamos y se aportan pruebas y argumentos, el país debe seguir adelante en su cotidianidad mientras se ventilan los procesos legales para concluir el proceso.

Cuando llegó el día de las votaciones en primarias, estábamos los dominicanos sacudidos por una epidemia de dengue que ya registra al menos 27 muertes y decenas de miles de afectados en todo el territorio nacional.

Teníamos, además, un dólar en alza continua en relación con el peso dominicano, lo que representa una disminución real del poder de compra de los salarios de empleados y obreros.

Los apagones habían resurgido con una inusitada frecuencia, afectando hogares, industrias y servicios.

Las propias autoridades de los dos principales sistemas de acueductos, en Santo Domingo y Santiago, habían declarado que tenían un déficit de millones de galones de agua para suplir a sus abonados.

Cuando llegaron las primarias, todos estábamos pendientes de ver el curso de importantes procesos judiciales y la persecución y captura de peligrosos delincuentes que han estigmatizado a la sociedad dominicana.

En finÖ problemas comunes de millones de dominicanos pendientes de soluciones, que pasadas las votaciones en elecciones primarias para elegir candidaturas, deben ser retomados con responsabilidad y dedicación.

Necesitamos un país puesto de pie donde todas las responsabilidades sean asumidas con dedicación y entusiasmo, porque si bien los ciudadanos se envuelven con complejidad en el laborantismo político, el deber de trabajar, estudiar y cumplir las obligaciones colectivas y particulares, es ineludible.

Después de los pujos naturales de los vencidos, de la condescendencia de los triunfadores, el país tiene que seguir marchando hacia adelante, sin detenerse, porque en esta ocasión no tenemos que contar muertes por el desenfreno de las pasiones, sino heridas al ego pasionario de quienes quieren el poder como si se tratara de un sancocho en una familia de hambrientos e insaciables, de generación en generación.

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