VIVENCIAS
Comprender al otro en su aflicción
Escribió en una ocasión Fernando Sabater de los riesgos que conlleva la iniciación al espíritu. Lo hace desde la perspectiva de la incomprensión que brota de aquellos que se creen tan normales que no reparan en preguntarse sobre el origen de la maldad que tienen otros. Señala Sabater, refiriéndose al Monstruo creado por el doctor Frankenstein, lo que éste declara a su creador: “Si soy malo es porque soy desgraciado”. Esta expresión lleva a cuestionar a todo aquel que vive “atrincherado en las garantías de la moral y del bien”, al decir de Sabater. Frecuentemente, se juzga con asombrosa prisa a la persona sin reparos de ninguna especie. Es la angustiosa solución que se da, cuando no hay espacio para la misericordia de donde brota toda comprensión. Hay que reconocer la causa que genera la maldad para poder hacer un juicio de valor aceptable y proceder con la fuerza que da el espíritu para conseguir una equitativa y razonable opinión sobre las actitudes de los demás.
Por desgracia, la vida pesarosa de mucha gente proviene de la forma de actuar que ven en los demás. Es una triste experiencia no darse cuenta a tiempo que muchas veces somos nosotros los que vemos los monstruos, por no tener la “paciencia o la humildad de profundizar en el origen de su deformidad”. Finalmente, a la gente, ¿la desgracia le viene de su maldad o la maldad de su desgracia?