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AGENDA SOCIAL

Diez años por amor a los libros

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Margarita CedeñoSanto Domingo

La Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana arriba a sus primeros 10 años de historia. Sin duda alguna, ha sido uno de los proyectos que más satisfacción me ha generado, porque sus actividades y resultados se reflejan en el conocimiento adquirido y en las sonrisas de decenas de miles de niños, niñas y jóvenes, quienes mes tras mes visitan las instalaciones ubicadas en la avenida doctor Delgado para sumergirse en el maravilloso mundo de la literatura.

La Biblioteca Infantil y Juvenil se construyó en las instalaciones de lo que alguna vez fue la Biblioteca República Dominicana, que desde hacía años estaba necesitada de una remodelación profunda, ya que todo el acervo bibliográfico alojado allí estaba afectado de hongos y bacterias que no permitían a los usuarios hacer consultas ni visitar las instalaciones. Existía un enorme riesgo de perder un rico testimonio bibliográfico del país y su historia.

Por aquella época se habían iniciados los trabajos de reconstrucción de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, que se encuentra a menos de dos kilómetros de distancia de la entonces Biblioteca República Dominicana, lo que generó la idea de trasladar los libros y documentos de esta última, aprovechando la remodelación. Se había decidido convertir las instalaciones de la calle doctor Delgado en oficinas públicas, para desahogar el Bloque de Oficinas Gubernamentales que se encontraba frente al Palacio Nacional, en la avenida México. Por pura casualidad me enteré de aquella decisión funesta, que eliminaba por completo uno de los pocos espacios dedicados al fomento del libro en la ciudad y, por demás, un espacio que había sido creado para “reunir y conservar todo material bibliográfico del país relacionado con la nación dominicana, su naturaleza y sus gentes”. La Biblioteca República Dominicana era un verdadero museo bibliográfico que conservaba material importante del pasado de nuestra sociedad. Proteger el acervo bibliográfico era la prioridad y, por ende, me pareció lógico que se trasladara a las modernas instalaciones que se construían en la Plaza de la Cultura. Pero no me pareció justo ni lógico que el edificio desapareciera para dar lugar a oficinas públicas; por el contrario, debía transformarse en un espacio que aportara al desarrollo cultural en la República Dominicana. En mi rol de Primera Dama había observado en varias ciudades de América algunos espacios dedicados exclusivamente a la niñez y la adolescencia, sobre todo en lo concerniente al desarrollo tecnológico y el acceso al conocimiento. Incluso, había logrado impulsar una red de bibliotecas comunitarias en los Centros Tecnológicos Comunitarios que aún permanecen en más de 100 municipios del país. Pero hacía falta un espacio en la capital donde el libro y la lectura fueran protagonistas y que estuviese enfocado en los niños, niñas y adolescentes, un lugar donde integrar o cultivar el hábito a la lectura, áreas donde se sintieran libres para dejar volar su imaginación y, a la vez, entrar en contacto con una innumerable cantidad de expresiones culturales, como el teatro, la danza, la música, la pintura y muchos más.

De esa simple, pero ambiciosa idea, nació la Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana, que arriba a sus primeros 10 años con más de 1.5 millones de visitantes que han participado en 83,828 talleres, encuentros literarios, festivales, exposiciones y concursos que promueven el amor por los libros. Celebramos esta primera década con la seguridad de que aún nos quedan muchos logros por venir en beneficio de nuestra población infantil y juvenil.

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