ORLANDO DICE

El CNM y reglamento para escoger nuevos jueces SCJ

UNO: ESO NO SERÍA PROBLEMA.- Si el único problema que tiene el Consejo Nacional de la Magistratura, es que el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Flavio Darío Espinal, sea miembro de la comisión que prepara el reglamento, entonces no hay problema. Aunque las cosas conviene ponerlas en contexto y responder la lógica. El reglamento, parece que no se sabe, sería para evaluar los actuales jueces de la Suprema Corte de Justicia y no para considerar nuevos integrantes. En el caso de que Espinal fuera oficialmente propuesto, ese procedimiento no se le aplicaría. Habría que ver cuál sería el protocolo, y podría saberse con un poco de interés y de averiguación, pues no debe olvidarse que cuando se escogieron los miembros del Tribunal Superior Electoral, también se llenaron unas vacantes del principal órgano de justicia. Lo de ahora, si hubiera ocasión de seleccionar, sería de acuerdo al orden establecido. La normativa de entonces fue resultado de un consenso entre los representantes del gobierno y de la oposición. Y era el mismo gobierno e igual oposición. No hay por tanto que llover sobre mojado o suponer lodo donde hay tierra seca…

DOS: ÁNIMO DIFERENTE, ÁNIMO DE OCASIÓN.- En estas líneas comenté que la intención de los representantes de la oposición no era de tierra arrasada, como podría suponerse, o se aplicó en la conformación del Tribunal Superior Electoral. No quedó ni uno solo del antiguo bufete, y eso se debió a inquina, desquite o reserva del PRM, que no consideró apropiada al caso su fórmula ideal: lo mejor de lo nuevo con lo mejor de lo viejo. El gobierno por su parte, aunque era de ánimo diferente, finalmente fue concesivo y complaciente y evitó discordia, tranque e imposición. Ahora se está en plan de Duarte de ser justos lo primero y obviar prejuicios. Evaluar como Dios manda, con prudencia y ponderación, y el juez que merezca continuar, se le conserva el fuero, y el que no, que cese en la posición. Ese por lo menos es el espíritu de ocasión. El sector oficial, como siempre, se mantiene recogido, no muestra sus cartas, pero teniendo la sartén por el mango. Sabiendo que cuenta con mayoría en el CNM y que la decisión final será suya. La política de poder se corresponde con su situación, y no tiene que agitar ni asumir pose, sino –llegado el momento– actuar. Y mientras no desconozca el reglamento ni abuse del número de sus miembros, la institucionalidad tendrá plaza ganada…

TRES: EL QUE MÁS BAILA SIN PISTA.- El reglamento dará las pautas a seguir, y habría que ver quién prepara el borrador, ahora que se plantea públicamente el conflicto del consultor jurídico al ser propuesto como presidente o miembro de la Suprema Corte de Justicia. En un plano de lógica estricta, el alegato vale y se impone. Sin embargo, convendría recordar que Flavio Darío Espinal, en su condición de experto, trabajó en las leyes y reglamentos de las llamadas altas cortes. Así considerado sería una especie de muerto civil, aunque no es tanto por ser la mano que mueve la cuna, sino por consultor jurídico, que se le objeta. Un punto que debiera verse desde más de un ángulo. Lo primero es que no reaccionó positivamente a la candidatura, lo segundo que no fue consultado, y aunque no sea el caso, habría que ver la intención de la propuesta. Lo tercero es que la decisión la toma el Consejo Nacional de la Magistratura y nada lo liga a las sugerencias que pueda proceder del estamento político, o social o económico. La Constitución establece las atribuciones y el marco en que debe desenvolverse, y en ninguna circunstancia puede someterse a poderes reales o fácticos. Un poco de delicadeza hace bien, y si se pueden evitar los conflictos de intereses o de jurisdicción, mejor. Como cada experiencia se agota en sí misma, habrá que esperar finalmente.

CUATRO: METER CUCHARA EN PLATO AJENO.- No todo el mundo busca pescar en río revuelto, pero sí meter la cuchara en plato ajeno. El examen y posible sustitución de los jueces de la Suprema Corte de Justicia no provoca la sensación que la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional, pero se conocen sugerencias y de seguro que serán más al caer la jornada. Las buenas intenciones se quedan fuera, puesto que con buenas intenciones se asfalta el camino al infierno. Una entidad empresarial hizo unos perfiles como si no se tratara de jueces, sino de gerentes de fábrica. Además de que se pierde de vista el hecho principal. El CNM es un órgano político, integrado por políticos y no puede más que tomar decisiones o hacer designaciones políticas. Lo demás es cuento de camino y se queda en el camino. Tal vez el Constituyente no creó la obra más inteligente o perfecta, pero de acuerdo a su condición y naturaleza no podía esperarse otra cosa. También debe tenerse en cuenta que la Suprema Corte de Justicia es parte del establecimiento y que el actual Consejo Nacional de la Magistratura no tiene entre sus propósitos transformar el alto tribunal. Así que cualquier expectativa sobra, y alteración, resbala.

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