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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

El epitafio de Al Capone

Te propongo que te dejes de cuentos y vayas pensando en tu epitafio. Ya yo tengo el mío, pero no te lo digo, para que no me copies.¿Que no sabes lo que es un epitafio?

De seguro que habrás ido a un cementerio, de lo contrario no te preocupes, porque tarde o temprano no sólo irás allí de visita, sino para quedarte. ¡Wauu, esto se está poniendo color hormiga! El epitafio sintetiza la vida del muerto. ¿Cómo querrías que sintetizaran tu vida en un mensaje sobre tu tumba?

De seguro habrás visto sobre una tumba un mensaje o inscripción que en algo define o hace referencia al que está sepultado en ella o a su deseo último: eso es un epitafio. Muchas veces puede ser una oración. Generalmente son mensajes o expresiones que motivan a pensar, aunque hay algunos que ni siquiera después de la muerte han dejado la jocosidad y han escrito epitafios como éste: “Si no viví más, fue porque no me dio tiempo”. (Marqués de Sade)

Es clásico el irónico epitafio de Diógenes en el siglo quinto antes de nuestra era cristiana que decía: “Al morirme, échenme a los lobos. Ya estoy acostumbrado.” ¡Tremendo! Es el mismo que, con una linterna encendida, andaba buscando por la calle a un hombre justo.

En nuestros días tenemos el epitafio de Frank Sinatra que dice: “Lo mejor está aún por llegar” (Thebestisyetto come). Independientemente del sentido que él quiso darle a su epitafio, lo cierto es que fue profético al hacer una interpretación correcta de la escatología cristiana: lo mejor viene después de la muerte.

¿Y el epitafio del gángstermafioso estadounidense Al Capone, muerto de neumonía en 1947?, Después de una vida tormentosa que había comenzado a los 14 años, sobre su tumba está escrito: “Jesús mío, misericordia” (MyJesus, mercy).

Sea Al Capone quien lo haya pensado o se trate de una invocación de su gente querida, lo cierto es que da en el clavo, ya que sólo la misericordia tiene la última palabra después de la muerte de una persona tranquila o del mafioso más famoso de todos los tiempos, acusado, como él decía, de todos los crímenes, menos de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

Ojalá que los seres humanos fuésemos todos buenos como los de La Vega, o como los mocanos, que somos mejores que los veganos. Pero lo cierto es que todos fallamos y necesitamos agarrarnos de la misericordia de Dios, no sólo después de la muerte, sino también en este camino enigmático de la vida terrenal.

Bueno, todo esto lo he escrito en ocasión del día de los muertos que celebramos el 2 de Noviembre.

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