Lo que Manolo le dijo a Minerva

El doctor Ambiorix Díaz Estrella y el empresario J. Armando Bermúdez (Poppy) se encontraron a principio de octubre de 1960 con Minerva Mirabal en la entonces prestante, tienda “El Gallo”, de Santiago de los Caballeros, establecimiento comercial de ventas por departamentos, ya desaparecido. Fue un encuentro casual. Tanto Ambiorix como Poppy conocían a Minerva. Poppy la había visitado en su residencia de Ojo de Agua, Salcedo, en sus años juveniles, en correrías de serenatas y encuentros de jóvenes amigos. Minerva había sido detenida varias veces por su participación en el “Movimiento Clandestino 14 de Junio”, que fue develado en enero de 1960. Tal y como me lo relataron estos dos ilustres caballeros y amigos, luego de saludarla, ambos les advirtieron que tomara medidas extremas de seguridad ante la ferocidad del Trujillo y su pública animadversión hacia Minerva, incluso le aconsejaron que saliera a la calle lo menos posible.
Minerva agradeció el consejo, pero replicó, señalando que para Trujillo era muy difícil atentar contra su vida, después de las sanciones comerciales y diplomáticas que la Organización de Estados Americanos (OEA), había impuesto a la dictadura, en la Conferencia de Cancilleres de San José de Costa Rica a finales de agosto de 1960, al comprobarse la participación de Trujillo en el intento de asesinato del presidente venezolano, Rómulo Betancourt. Minerva no subestimó a Trujillo, sino que contextualizó el escenario de la dictadura acosada por todos los países hemisféricos, y la evidente improbabilidad racional de que un tirano bloqueado y denunciado por la opinión pública internacional, se atreviera a ejecutar una agresión contra su vida, luego que incluso se habían producido denuncias en Estados Unidos, publicadas en el prestigioso periódico “The New York Times”, sobre las detenciones y agresiones contra ella y varias mujeres integrantes de la resistencia antitrujllista.
Además, presos los líderes principales del 14 de Junio, asesinados muchos de ellos, desmantelada la estructura celular de organización del movimiento, asilados una gran parte de sus integrantes en embajadas acreditadas en el país, vigiladas las 24 horas, las hermanas Mirabal, quienes tenían un puesto policial y de “caliesaje” a metros de su residencia donde tenían que reportan cualquier salida del área, era muy difícil pensar que Trujillo dispusiera de su muerte, si no existía una clara necesidad política en esos momentos para matarla. Este planteamiento lógico de Minerva ante Ambiorix y Poppy, chocó con una mente perversa, ilógica, obsesiva. Trujillo no la mataría a ella y a sus hermanas por una necesidad política, reducidas como estaban a una estrecha dimensión geográfica semi rural sin ningún contacto visible con opositores. Las mataría por reacción emocional, impropia de un estadista, a nivel de cloaca dirigencial, como rufián y delincuente inveterado. Como ironía de la vida, le correspondió a Ambiorix, menos de dos meses después, levantar los cadáveres de Patria, María Teresa y Minerva, del lugar donde fueron arrojadas por la sevicia de sus asesinos.
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