Museo de matemáticas en Latinoamérica
En mi época como estudiante de secundaria ingresé al club de béisbol de mi escuela en la prefectura de Nagano, Japón. Durante tres años, mis compañeros y yo nos dedicamos con ahínco a entrenar diariamente bajo la supervisión del profesor Tamiki Yoshida. Practicábamos fuertemente con el deseo de llegar a participar en el campeonato nacional de béisbol juvenil y, al mismo tiempo, estudiábamos muchas matemáticas con el mismo profesor Yoshida, quien era además el profesor de dicha asignatura en la escuela. Recuerdo que siempre nos decía que para aprender geometría teníamos que trazar líneas complementarias ya que así podríamos ver los problemas desde otra perspectiva, y que para el cálculo, solo teníamos que imaginarnos las estructuras lógicas detrás de los números o bien dibujarlas para entender mejor con los ojos. Ahora, después de todos estos años, he llegado a comprender que estos ejercicios de matemáticas nos ayudaban no sólo a profundizar nuestros conocimientos, sino también a entrenar el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, el cual, se dice, es el responsable del pensamiento lógico. De la misma manera en que los ejercicios físicos contribuyen a mejorar las habilidades motoras de un jugador de béisbol, las matemáticas son, a mi entender, la mejor herramienta para entrenar el cerebro pues fomentan el desarrollo del poder de pensamiento y de razonamiento.
El béisbol es, por decirlo así, la pasión y el deporte nacional de los dominicanos. ¡Qué maravilloso sería si los niños y jóvenes pudiesen sentir esa misma pasión por las matemáticas y las ciencias!
En mis casi cuarenta años de carrera diplomática, que he ejercido en países hispanohablantes, he llegado a la conclusión de que la educación y, sobre todo, la educación en las áreas de matemáticas y ciencias son fundamentales para el desarrollo de Latinoamérica.
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