ORLANDO DICE
De la OMSA se sabía todo
EL PANORAMA.- La corrupción tiene a su favor que siempre enfrenta el mismo ánimo e iguales procedimientos. No importa su naturaleza, ni su tamaño, o los efectos directos y colaterales. La autoridad no tiene claro su propósito, pero sí sus límites. De la Omsa se sabía todo, y pudo haberse actuado desde hace mucho. Guaguas que se quedaban en la ruta en cantidades y frecuencias sospechosas. Una auditoría de años atrás que no fue tratada adecuadamente, pero tampoco actualizada. Ahora que estalla el escándalo a causa de un asesinato, se tiene que lo ahora fue lo de antes, y posiblemente lo de siempre. Descuido, encubrimiento o complicidad, pero en cualesquiera de los casos, criminal. Ahora no queda de otra, hay que proceder, y se procede. La destitución del titular y la cancelación de los responsables de áreas. Dos medidas que se caían de la mata. Igual se aplicaron medidas de coerción a los probables, aunque haciendo las distinciones de lugar. Las irregularidades por un lado y el homicidio por el otro, aun cuando puedan tener puntos de contacto o de coincidencia. Hasta ahí parece que el asunto va bien...
RÉCORD, ESPECIAL.- A nadie que destituyan lo están condenando a priori, y por igual, a nadie que apliquen medidas de coerción lo están declarando culpable. El trabajo no va ni por la mitad, y a esa mitad se llega fácil. Falta lo otro, lo grave, y a veces tan difícil que se hace imposible. Cuando la Procuraduría quiso involucrarse, y dar más carácter al asunto, descubrió con la mayor naturalidad que no tenía nada a manos. Solicitó auditoría a la Cámara de Cuentas, pero esta tenía números viejos y no eran los más apropiados para preparar expediente o sustentar proceso. Así es que cada vez el barco coge agua, o se hunde o se convierte en naufragio. La Cámara de Cuentas que quisiera mejoraran su presupuesto se muestra diligente y capaz de hacer el trabajo. Entonces viene lo preocupante: sobreactúa, y ese desempeño en el escenario, al ser simulado, no se corresponde con lo mejor. Habla de una auditoría especial ¿por qué especial? Dice que la hará en tiempo récord. ¿Por qué en tiempo récord? ¿La hará en tiempo récord porque es especial, o es especial porque la hará en tiempo récord? Al parecer sería una necedad, pero por falta de necedad nunca se llenan los cometidos. Ni en las investigaciones, ni en los expedientes, ni en los procesos.
NORMAL, NORMAL.- El calificativo de especial lleva a pensar en una auditoría que responda a los fines del Procurador y no del caso. Sería una indagatoria dirigida, instrumentalizada, y quién sabe, si violatoria de normas establecidas. Las auditorías tienen su librito, y de la Omsa no puede ser tan compleja como se alegó con Odebrecht. Lo de tiempo récord igual inquieta, pues sugiere apremio, apresuramiento, y si los arqueos sin prisa no llenan el cometido, habría que suponer lo que serían hechos a la carrera. Fiscales se quejan de los jueces, y los jueces de los fiscales, y como nunca se ponen de acuerdo, los abogados se sirven con cuchara grande; aprovechan y usan a favor de su cliente esas confusiones, pero además se valen de tecnicismo y los códigos proveen y amparan. De manera que nada especial, sino lo normal. Y tampoco tiempo récord, sino el reglamentario. La experiencia es reciente, es frecuente, y no tiene sentido seguir desbaratando con los pies lo que -se supone- se hizo con las manos. La Cámara de Cuentas está en salmuera, aunque no vea la sal ni el agua, y la Procuraduría no puede resbalar de nuevo en lo seco. Que baile feo, pero que baile, y no suavice el piso echando polvo de talco, que las caídas son peores.
LAS DILIGENCIAS.- Como era de esperarse, las colindancias hacen acto de presencia y siempre a favor del reo. Dijeron que la cárcel no era la más apropiada, y ninguna cárcel es apropiada. El preso es gente, pero las cárceles no son hechas para gente. Y esa situación se denuncia y protesta a diario. Aunque en el caso no se trataría de un castigo mayor. Dijo alguien que andaba cerca que “cárcel es cárcel”. En su momento uno o el otro se enfermarán, y si tienen medios económicos se internarán en una clínica. Pero igual se habla de ofrecimientos y de posibles entendimientos fuera de los tribunales. Y que nadie se sorprenda del intento, pues los abogados tienen sus formas y al cliente solo le interesa el resultado. Aunque debe hacerse distinción. El homicidio es una cosa, el soborno otra y la Omsa lo demás. La cuestión no es cuál es más importante, o decisiva. Cada una tiene su esfera, aunque compartan jurisdicción y las autoridades deban empeñarse en que la justicia alcance a todos. El medio es descreído, pero la culpa no es del medio, sino de los precedentes. La Justicia dirá tener mucho trabajo, pero lo que en verdad tiene es oportunidades para reivindicarse, acreditarse y superar esa imagen de burla, de engaño y de mercado que la descalifica caso por caso...