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PUNTO DE MIRA

Alvarito seguirá irreverente

Álvaro Arvelo hace mucho tiempo que perdió la contención verbal. Sus exabruptos sobre Juan Pablo Duarte asombran a muchos, enoja a algunos y otros se lo dejan pasar porque son cosas de viejo sincero que no tiene pelos en la lengua. Fueron ácidas expresiones por ello las acciones jurídicas en su contra podrían ser ejemplares. Las salidas de tono del veterano comunicador son nada más que la contaminación que pulula en los medios radiales y televisuales, en los que tanto la autocorrección o las buenas maneras se han ausentado. Las explosiones de agravios son cosa corriente y las autoridades han abandonado su misión de proteger la salud sonora.

Durante las últimas décadas el lenguaje soez se ha ido adueñando de nuestros medios radioeléctricos y se cree que estigmatizar con lenguaje grosero dará mayor fuerza a los argumentos. Es más, hasta parecemos más valientes cuando denostamos al adversario, sobre todo si está ausente o es un desvalido.

Merced a tolerar los desmanes de algunos comunicadores, por complicidad o miedo, muchos medios se ven asaltados por comentaristas, analistas, locutores u opinadores clandestinos que no tienen comedimiento. Es tarea del gobierno de turno poner las reglas claras porque las frecuencias son estatales, no son privadas.

Los insultos contra el fundador de la República Dominicana no son más que otras de las embestidas verbales a las que Álvaro Arvelo tiene acostumbrada a su amplia audiencia. Quienes le escuchan es porque ese estilo les gusta, hay un principio de identidad. Comunicador y oyentes piensan igual. Ese es la raíz de su éxito.

En esta culpa de Arvelo hay una escuela de provocaciones dialectales con las que encanta diariamente a sus oyentes solazados en ese tira y hala. Él azota con su lengua sin muchos miramientos. Parece que pierde los cabales o improvisa, pero no. Es un estilo donde aparenta desbocarse, mas, el astuto Arvelo conoce sus propios límites ya que puerco no se rasca en jabillo.

Esta demanda contra el añejo comunicador, es acusación contra el mal uso del idioma que nos asola con la falta de respeto a los oyentes insertos en los agravios a la honra y la indefensión. Le tengo mucho respeto a la trayectoria de Álvaro por su talento y cultura. Le conozco desde mi infancia. Estas expresiones del otrora brillante joven capitaleño no son resultantes de su educación doméstica.

Alvarito seguirá igual. Ya está curtido.

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