Rosario dio la cara
Roberto Rosario dio la cara al país en su calidad de Presidente de la Junta Central Electoral y explicó los problemas suscitados en las pasadas elecciones. Lo hizo para defender la institución, a sus técnicos y a los miembros de las juntas municipales y de los colegios electorales acosados y desconsiderados por candidatos derrotados y por francotiradores mediáticos que se resisten a aceptar un resultado electoral adverso.
Es falso que el presidente de la Junta hablara como dirigente político y mucho menos que se mostrara parcializado al señalar que el proceso electoral fue objeto de un boicot planeado por un sector de la oposición que se mostró desde un principio preparado para una crisis post-electoral y no para competir en unas elecciones.
Lo que hizo Rosario fue defender la Junta Central Electoral y las Juntas Municipales, cuyos integrantes debieron emplearse a fondo para salvar el proceso... Y también defender un proceso “limpio, legítimo y transparente”... Y cuyos resultados reflejan “la expresión genuina de la voluntad de los ciudadanos y las ciudadanas que concurrieron a las urnas el 15 de mayo”.
La Junta y su presidente advirtieron con mucho tiempo que se enfrentaban al proceso electoral más complejo de la historia democrática dominicana. No sólo por la cantidad de funcionarios a elegir en un mismo día luego de dos décadas de elecciones separadas, sino porque debían hacerlo sin las necesarias y reclamadas reformas al sistema electoral.
La gente olvida, pero en las elecciones congresuales y municipales de 2010 las denuncias fueron mayores y más estridentes que el pataleo que se observa en la actualidad... Y el conteo, como bien dijera Rosario, fue más lento y tormentoso.
Basta con ir al informe final sobre ese proceso que preparara Participación Ciudadana --organización a la que nadie en su sano juicio puede atribuir vínculos con el oficialismo y mucho menos con las actuales autoridades electorales--, donde se reportan las mismas denuncias y quejas de fraude e irregularidades y los mismos problemas con el escrutinio del voto preferencial.
Es probable que una falla en la alocución de Rosario del pasado jueves fue no identificar a los sectores que se propusieron hacer abortar las elecciones, pero de todas formas se sabe quiénes fueron esos grupos políticos, los agentes de la sociedad civil y los “líderes de opinión” que ante la evidencia de un resultado desfavorable se dedicaron a sabotear el proceso y a desacreditar a la Junta.
Se conoce también a los protagonistas del espectáculo ridículo con el conteo electrónico que comenzó con una petición de Participación Ciudadana para “auditar” un porcentaje de las mesas electorales y que llegó al punto de que siete candidatos presidenciales presionaron para alterar procesos que ya habían aceptado y que, como el caso del escrutinio, suponía una variación importante a la logística y al calendario electoral.
Aunque la Junta cedió a la solicitud de los “actores del proceso” al admitir el doble conteo --que era parte del plan para sabotear las elecciones-, jamás se aceptó un doble levantamiento de actas, como falsamente pregonan en sus argumentos los candidatos perdedores para introducir a escena las truculencias tradicionales de nuestro sistema político electoral...
Lo innecesario de ese doble escrutinio lo demuestra que los escáneres funcionaron correctamente. Las comparaciones entre el conteo electrónico y el manual presentan diferencias mínimas..., dejando en evidencia que las preocupaciones de esos grupos eran infundadas y que su único interés era alterar el desarrollo del proceso.
Rosario dijo en su alocución que esos grupos llegaron tan lejos en sus intentos de hacer colapsar las elecciones, que incluso “algunas mentes muy creativas daban como un hecho que a las tres de la tarde sería necesario interrumpir el proceso de votación y fijar una nueva fecha para las elecciones”... Toda una urdimbre que incluyó amenazas y agresiones a miembros de colegios y juntas municipales y a personal técnico de la JCE.
Algunos extrañaron la admisión, de parte del presidente de la JCE, de algunos problemas y dificultades, que ciertamente los hubo... Pero los culpables fueron los políticos de todos los partidos... Fueron ellos quienes --como lo dijo responsablemente el presidente de la Junta Municipal de Santiago--, prostituyeron el proceso.
Es comprensible, no obstante, que Rosario “no le pusiera el cascabel al gato” denunciando la trama con nombres y apellidos... Porque hay que entender que la prudencia le impedía identificar como ameritaba a quienes obraron para frustrar las elecciones...
...Pero en algo sí se equivocó Rosario: la trama no se podía comparar jamás con una obra de misterio de Alfred Hitchcock... Porque de arte no tiene nada un delito electoral y un grave atentado a la paz pública sobre los que tienen amplias y variadas evidencias los organismos de seguridad del Estado.
La Procuraduría General de la República tiene que poner en movimiento la acción pública en este caso... De no hacerlo, el Estado se hace cómplice de actuaciones inciviles que de no recibir la sanción condigna puede convertirse en caldo de cultivo para que cada vez que un candidato sin cultura democrática pierda unas elecciones se dedique a sabotearlas y hacerlas colapsar.
¡Que no se apueste al olvido a cambio de gobernabilidad...!