Tiempo para el alma
“Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?” El se volvió y les regañó, y dijo: “No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos”. Lc. 9: 55, 56. ¿Todo está bien contigo? Perfecto, felicidades. No calificas. Si sientes que eres un cristiano perfecto, de comunión diaria (o al menos dominical), en el caso de ser católico, o inquebrantablemente responsable con los servicios dominicales, en el caso de los evangélicos, por ejemplo; si no pecas (eso crees), oras diariamente, tienes tu Biblia y tu devocional debajo del brazo, diezmas hasta con el último centavo que te llega, predicas a diestra y siniestra, llevas a tus hijos al catecismo, estás en tu grupo de oración y, como si fuera poco, visitas a los presos, a los ancianitos o a los enfermosÖ ¡Uf! Definitivamente, como te dije antes, no calificas. ¿Para qué? Para tener la mirada de Jesús sobre ti, para recibir la bendición de una oportunidad para crecer, para cambiar (incluso cambiar tanta soberbia de creerte “¡El Cristiano del Año!”). El reconocernos pecadores es el más valioso paso para avanzar...