EXPRESIONES
Misión equivocada
El padre Camilo fue mi primer contacto cercano con un sacerdote. Alto, culto, exigente y... culpable de que muchos niños dejaran la iglesia. No porque él no los quisiera, sino porque muchos no entendíamos porqué tenía que exigirnos ser tan “correctos” a esa edad. Pero en su afán por hacernos “jóvenes de bien” nos daba unos “jalones” de oreja, que creíamos que las iba a despegar. Por eso muchos dejamos la iglesia siendo mozalbetes. La salida de Camilo y la llegada de otros sacerdotes menos DUROS atrajo otra vez a muchos a la iglesia en mi pueblo. Los padres Teo, Pedro, Pablo, Estanislao, Gerardo, Humberto, Andrés, José Ignacio, son solo algunos con los que mantuvimos una excelente relación. Nos hicieron crear conciencia sobre la importancia de integrarnos a las luchas sociales, a defender a los humildes, a ser solidarios. Eran siempre respetuosos, prestos a ayudar. Una verdadera vocación de servicio. Eso sí, nunca les escuché decir una palabra descompuesta. Jamás llamaron a la desobediencia civil o a lanzar vidrios en las calles, obstruir el tránsito. Nunca los vi des obedecer a su iglesia, a su obispo, al Cardenal o a algún “monseñor” o a un simple ciudadano. Claro, acompañaban a la comunidad en sus luchas y se enfrentaban a las autoridades; lo hacían con fi rmeza y respeto. Por eso me sorprende escuchar ahora en voz de algunos “sacerdotes” expresiones tan descompuestas e irrespetuosas que alarman. Yo creo que el rumbo equivocado que lleva nuestra sociedad tiene raíces en esas conductas, que al parecer han sido traspasadas a niños y adolescentes, que hoy no respetan al adulto, a sus padres, al maestro. En más de una ocasión he tocado en mis Expresiones la preocupación que siento por el rumbo que lleva nuestra sociedad. La formación en las escuelas y el hogar ha ido a la deriva. Múltiples son las razones. Por eso me preocupa la forma destemplada en que algunos “sacerdotes”, guías de nuestra sociedad, se expresan de sus superiores en la iglesia, de las autoridades nacionales y de quienes no comulgan con sus ideas. Para disentir no es necesario ofender. Quien más alto habla no necesariamente tiene la razón. Yo quiero la preservación de Loma Miranda y todas las zonas boscosas del planeta, aunque creo que se debe saber aprovechar a la riqueza legada por Dios en la tierra. Pero, para lograr una u otra cosa, no debemos recurrir a la quema de carros, desobedecer leyes, dejar de pagar impuestos, obstruir el tránsito o incendiar bosques y gomas. Esa es misión equivocada.