EL CORRER DE LOS DÍAS

Sobre viejos libros y amigos viejos

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Marcio Veloz MaggioloSanto Domingo

He vuelto a las estanterías de libros antiguos de Buenos Aires con la intención de encontrarme con lecturas que en el pasado conformaron en gran parte mi pasión. Busqué entre varias una novela poco conocida entre los dominicanos. Fue parte de las lecturas de quien firma el presente artículo y de el novelista Ramón Emilio Reyes. Se trata de uno de los títulos más tempranos de aquella Colección “Grandes Novelistas”, en la cual bebimos las obras de Troyat, Lagerkvist, Camus y otros autores de momentos gloriosos para la literatura mundial. Durante largos años la editorial Emece desentrañó la mejor novela de post-guerra, e ir al Insitiuto Hispanoamericano del Libro era una casi obligación, como lo era la librería del poeta Coiscou Weber, donde las obras de los grandes autores teatrales como Jean Anouilh, Alejandro Casona, Hauptmann, y tantos otros, nutrían nuestro afán de ser más o menos cultos, siempre bajo la orientación de Manuel Rueda, y las discusiones sobre temas que iban desde las iniciales búsquedas creativas de Iván García, Quique Acevedo Gautier, y los bisoños Rafael Vásquez y Rafael Añez Bergés, y el ya veternado Frankyn Domínguez, quien habiendo estudiado en Texas, era, sin dudas, en aquellos momentos el más profesional de todos. En Buenos Aires trataba de encontrar dos novelas de los años cincuenta que me hacen retornar a la poesía en prosa: La noche bengalí, de Mircea Eliade, edición temprana de EmercË, y de la misma colección, El Poder de la Nada, del llamado Lama Yongden. Ambas novelas se desenvuelven en un mundo casi mágico, el de las creencias hinduistas y aquel ligado a los deseos que conforman parte de la vida y la pasión humanas. En el caso de la novela de Eliade, quien pasara tres años en la India y sería uno de los grandes historiadores de las religiones, el autor hace referencia casi autobiográfica a sus amores con Maitreyi, título que luego tomó la novela, describiendo un mundo pasional enmarcado en los cánones de un amor que vence poco a poco las costumbres personales que la cultura hindú establece para terminar en la tragedia producida por la contradicción de las culturas. La novela, escrita por Eliade en 1933, es sin dudas una apasionada visión, que si en los momentos en que fuera escrita resulta una especie de comparación erótica casi trágica, al ser leída luego de tantos años, parece convertirse en un estudio de la vida hindú, y del amor imposible de entender cuando las costumbres se revelan y se rebelan, como parte de aquella entrega que necesita romper el mundo interior de los valores que durante siglos conforman la base de una sociedad. “La noche bengalí” ha sido para mí un “descubrimiento” cuando he leído La India, del propio Eiade, texto que es hasta cierto punto biográfico, en el cual se entreven los momentos de aquel amor por Maitreyi. Sobre la otra novela de la misma época, El Poder de la Nada, volveré en otro artículo, pues el autor, Lama Yongden, podría ser inglés, y estar relacionado con el conocido A. David Néel.

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