¡Taty, amiga mía, viva la poesía!

¿Taty Hernández es un duende o es una mujer hechizada? ¿Quién es ella? ¿Quién la invistió de poderes mágicos para hacer el festival de la poesía en la montaña? ¿De dónde saca el brebaje para alumbrar latidos entre verdores y madrigales? ¿Cómo trepa en las alas de los pájaros y bajo una lámpara de cielo y tablón, junta las musas y el prado, los bejucos y las colinas? ¿Es convite y trino la poesía de su destino? Taty Hernández nos citó al “12 Festival de Poesía en la Montaña”, un agasajo a la creación literaria, un tenaz esfuerzo capitaneado por ella, con una constancia metódica de seguimiento y audaz iniciativa. Este Festival en Jarabacoa enroló diversas actividades, entre ellas, canto y fiesta en las calles, evocación de la cultura popular, intensidad y clamor de una identidad cultural renacida. Inauguró una sala de fotografías de los poetas dominicanos, colocó imágenes de grandes escritores latinoamericanos y universales en una alfombra oblicua del Instituto Salesiano, adentrándose al pie de colinas y promontorios. Los poetas leyeron sus versos, los escritores disertaron. Taty Hernández, abogada, líder de grupos ecológicos, amante del campo y de la cultura, auspiciadora de eventos florales y artísticos, poeta, le imprime a Jarabacoa, un perfil de dimensiones trascendentes. Este pueblo que parece una colmena donde se percibe un movimiento productivo constante, laborioso, empinado entre estribaciones montañosas, tuvo durante los días jueves, viernes y sábado, una verdadera recreación cultural, donde lo más relevante fue la participación de niños y adolescentes, invitados de distintos puntos geográficos, quienes expusieron su arte y declamaron sus versos. Taty Hernández nos invitó para hacer un reconocimiento a nuestra labor cultural y nos dedicó el evento como “Premio Nacional de Literatura 2014”. De todas maneras hubiese estado allí con ella, como he estado en sus festivales, detrás o delante, hombro con hombro, utopía con utopía, como dijo el poeta Juan José Ayuso: “Abriendo un surco claro para que el sueño quepa”. Pero lo agradezco, la cualidad más hermosa de un ser humano es la gratitud, sólo quienes aman agradecen, y cada distinción es un estímulo, un acicate para profundizar y proyectar valores en el compromiso creador de la belleza y el testimonio. Un momento especial y conmovedor fue la presentación de los niños poetas de San Cristóbal, la promoción 101, un colectivo de creadores literarios infantiles, conformado por integrantes de los talleres literarios “Mi Barrio en Letras” que desarrolla la “Fundación Literaria Aníbal Montaño”, en los barrios de la provincia de San Cristóbal desde el año 2008. Actualmente el proyecto se desarrolla en su propio local, conocido como “La casita azul”, en la comunidad de “Madre Vieja Norte”, donde sábado tras sábado asisten a leer, a crear y a compartir sus propios textos, alrededor de 50 niñas y niños. En el 2013 el proyecto obtuvo el “Premio Brugal Cree en su Gente”, en el renglón Arte y Cultura. A la fecha el colectivo ha participado en múltiples eventos a nivel local y nacional, y realizado publicaciones entre las que se destacan: “Chuang Tzu, antología de Microrrelatos”, 2010; “Escrito con tinta verde”, homenaje a Octavio Paz; “Esquicio del vuelo”, homenaje al poeta José Mármol; “101 Niños Poetas de San Cristóbal” y “Duarte sueña y otros poemas de amor a la patria”. En esta ocasión, tomando como tema mi texto, “Ritual Onírico de la Ciudad y otras memorias”, presentaron un homenaje a quien escribe, bajo el titulo “La Ciudad”. Textos impresionantes por su valor literario, escritos con sencillez y hermosura escritural, auscultando la ciudad entre los carriles de la poesía auténtica, bajo la orientación de sus profesores, Ramón Mesa, Isabel Florentino y Jesús Cordero. Pocas veces me he sentido más conmovido como en la tarde del sábado 30 de agosto, y además confirmando que la poesía dominicana goza de buena salud. Los poetas Mateo Morrison y Federico Jóvine Bermúdez, me acompañaron en trío para dibujar filigranas en el paraíso virgen de las metáforas. El halago como muestra de una continuidad del trabajo, como eje de una producción que se multiplica y permanece en la conciencia cultural de la nación. Y frente a nosotros, el cielo engalanado, el viento entre los árboles, aldeas de luz y cigarras, los ojos abiertos de Taty, amiga mía, refulgentes y primorosos, las montañas de Jarabacoa, la hermosa locura de la poesía, avivando la vida y los sueños. Toda literatura es ejercicio de lumbre y asentimiento de palabras y propuestas de futuro. La poesía es un género deslumbrante e inherente a las diversidades expresivas del lenguaje, una necesidad, un clamor íntimo que motiva claridades y revela hallazgos en la profundidad etérea del alma. La poesía no se analiza, se expresa y se vive, libérrima orquestación del verbo y la imagen, itinerario iluminado de la inspiración alta del espíritu humano, belleza inmensa del ser y su búsqueda infinita de plenitudes y azares. Que viva la poesía, su tremolar, sus sonidos, su música interior y que viva el Festival de la Poesía de la Montaña de Taty Hernández.

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