PUNTO DE MIRA

Policías son botín de asesinos

Varias veces he comentado que la Policía debe cambiar el estilo de actuar. La sociedad evoluciona y sus instrucciones deben hacerlo con ella. No procede que los policías y militares porten sus armas de reglamento cuando están fuera de servicio. Los asesinos andan por las calles buscan artillería para sus operaciones delictivas. Cuántos agentes deben ser asesinados para entender que una persona con un arma al cinto caminando por las calles es un blanco para los delincuentes. Lo que se pide es un cambio de procedimientos de una práctica que tiene décadas, es verdad, pero que ya pone en peligro uno de los pilares de la sociedad que es el agente policial. La tranquilidad ciudadana descansa en humildes agentes mal pagados y mal considerados que cuenta en sus filas a muchos que han empeñado su dignidad por los escasos pesos que recogen por su trabajo. Es de cotidianidad ver que en algunos puntos de la ciudad y horas de escasa circulación haya patrullas de agentes que detienen los vehículos sólo en busca de una propina, con el garbo de las prostitutas de La Feria. En ocasiones exceptúan el reparo y a la franca te dicen que contribuyan con su cena. Los bajos salarios no son excusa para mal actuar, pero merman los reparos morales y ablandan la conciencia. Cierto o no la Policía carece de una estructura de acción de 24 horas. Quizá son altos los costos. Lo cierto es que los agentes en las calles dan tranquilidad a la ciudadanía. Tal es el caso de las patrullas que a todas horas están en la autopista Las Américas. Reconforta verlas en las madrugadas cuando se hace el trayecto desde o hacia el aeropuerto. Cuando los agentes están en las calles los delincuentes no pueden operar con facilidad porque el poder es un peso específico, sin embargo es deber de la dirección policial proteger sus activos porque forma parte del inventario del pueblo. Los humildes agentes policiales, los que son honrados, la mayoría, los que han sido desacreditados por malas actuaciones de otros, viven expuestos a que un desafortunado encuentro con delincuentes ponga fin a sus vidas y aumenten los huérfanos de la violencia. Los delincuentes han perdido el miedo a la represalia policial. Un agente podría ser un donante para aumentar el arsenal delictivo. Esto debe cambiar. Me constituyo en defensor de los derechos humanos policiales.

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