Dentro del Bosque

Cuando Ylonka llegó a la dirección del Taller Literario César Vallejo, dio continuidad a una nueva presencia de las mujeres poetas en la literatura dominicana. Antes en la poesía sorprendida había estado Aida Cartagena Portalatin con su texto “Una Mujer está sola”. Carmen Natalia cercana a la generación del 48 también estuvo bastante solitaria junto a una legión de hombres que conformaban ese grupo literario. En el 60, Grey Couscou y Jeannette Miller ampliaron la presencia de la mujer en nuestra cultura. En la promoción de postguerra la única voz femenina de significación fue Soledad Álvarez. Sé que hubo otros nombres durante este periodo pero no tantos como para equipararse a una presencia masculina casi apabullante por lo menos en número. Chiqui Vicioso y Ángela Hernández darán paso a un grupo que hoy es relevante tanto en cantidad como en calidad y que han dado un nuevo aliento a la poesía dominicana contemporánea, formando parte de la generación del 80. Ylonka se presenta por primera vez con el libro “Hacia el Sur”, trabajo literario de valor indiscutible, donde la prosa poética adquiere un rango creativo que debe ser estimado en su justa dimensión. En uno de sus segmentos nos dice: “El mar. Eterno manuscrito. Regresa durmiendo con el rostro hacia el sol. Bebe de la tarde las horas cuando la vida rueda un viernes en el color del tiempo. El sur es un pájaro descansando en la quietud perfecta. Un alfabeto de miradas. Símbolos color a rosa. Deleitante pausa que gira del sueño. Conjuntos infinitos de reencuentro. Siglos de realidad intuitiva. Rumor en la lentitud del cielo. Verbos sustantivos. Lenguaje de amor. Ocurre que hacia el sur es una ciudad navegable de regreso a la lluvia. Silencios en el asombro. Rumor del día en las barcas que envejecen las ventanas del viento”. Ahora se presenta con “Dentro del Bosque (soliloquios)” y comparto el criterio de Catalina Vanderplaats de Vallejo: “En esta colección de veinte breves textos, Ylonka Nacidit Perdomo nos presenta un mundo imaginado, sonado, deseado, lamentado, un mundo reflejo del nuestro y donde busca respuestas, haciéndonos pensar al mismo tiempo. Su estilo, por supuesto, continua en las ricas huellas de sus anteriores publicaciones (Octubre, Sobreaviso); es denso, complejo, metafórico. Las cosas pequeñas (“Sueno”, “Anhelos”, “El Instante”) nos llevan, como una alegoría, a los grandes misterios de la existencia, cuestionándola: el tiempo, el origen, la muerte, el yo, (el) Dios, la palabra. Reconocimos elementos comunes a nuestra cultura occidental y cristiana (la arcilla, la lluvia, la gracia, el viernes, el verboÖ), que pueblan las reflexiones profundas de los soliloquios que nos cuentan sus leyendas, para, al fin, amar la vida”. Habitar en el mundo poético de Ylonka, es viajar hacia un espacio que asume en una aparente prosa la autentica poesía.