PUNTO DE MIRTA

Hipólito revivió la reelección

Muchas veces las teclas son pocas o las manos no alcanzan para limpiar la viga de sucio que tenemos en nuestros ojos; perdonamos nuestros errores porque, al fin y al cabo, como jueces somos benignos con nosotros mismos. Es lo que nos ocurre a los reeleccionistas. Disculpamos todos los sucios manejos que se dan desde el poder para gestionar el continuismo. Nos decimos que no son tan malos los procederes porque como quiera los contrarios lo harán peor. Siempre el contrario yerra o lo hará, esa es la máxima de la parte interesada. Los fanáticos, especie que se esparce por todos los estamentos sociales, también florecen con desparpajo en la política, y a veces son más peligrosos que todos los otros ya que se arropan con sábanas de poder y frazadas de impunidad. Esta especie de adeptos, sanguijuelas inmutables de ideas o personas, generalmente consumen opiniones por boca de ganso. Quizá la cara más conocida del fanatismo es la amnesia interesada. Defienden a ultranza ideas y principios que no han cuestionado. Se apegan a una fe por la que matan y mueren. Bueno, así son los fanáticos, sino, serían otra cosa. Tengo un lector que por correo periódicamente me insulta porque a su juicio Hipólito Mejía es un iluminado y no sólo no me percato de esto sino que me atrevo a enjuiciarlo históricamente o hago una disección de sus actuaciones. Como son fanáticos olvidan o pasan por alto el origen de las cosas. Pongamos la reelección como ejemplo, porque con esto hacen un anatema contra Leonel Fernández o Miguel Vargas Maldonado. Hace muy poco tiempo que las fuerzas políticas perredeístas bajo el comando de José Francisco Peña Gómez impuso una modificación constitucional que prohibía la reelección presidencial ya que este procedimiento era la base de todo tipo de irregularidades. En esos tiempos a la derecha y la izquierda de Peña Gómez estaban Hipólito y Hatuey. Poco después el agrónomo llega a la presidencia con hambre de ocho años de poder. Por oponerse al continuismo expulsa a Presidente del PRD y para imponer la reelección hasta compra congresistas del PLD. Cuando Hipólito estaba enzarzado en tales manejos dije públicamente que él “atajaba para el inglés”. Su gobierno iba en barrena y le hacía un surco a Leonel. La historia me dio la razón. Al reformar la constitución Hipólito revivió la reelección y es culpable de estos lodos.

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