Legisladores, nación y DR-Cafta
“No lloréis como mujeres lo que no supísteis defender como hombres”, esputó el expresidente Joaquín Balaguer a los reformistas vencidos en las elecciones de mayo de 1978. Hoy, desde múltiples voces, se escucha el crujir de dientes por la inminente entrada en vigor de los beneficios que a los bienes “Made in USA” otorga el Tratado de Libre Comercio firmado entre el país, Estados Unidos y Centroamérica, conocido como DR-CAFTA. Durante años, la legación norteamericana se ocupó de mantener vivo el tema, motivando a aprovecharlo, auspiciando cursos sobre él como oportunidad de negociar en USA, con avisos en las redes sociales. Las zonas francas, una de las industrias “locales” con mayor capacidad para aprovechar tales beneficios, estuvieron, durante años, en una dificultad práctica, denunciada incesantemente, derivada de la situación de incompetitividad en que, según ellas, las colocó una tasa cambiaria que facilitaba las importaciones. Entre 2000 y 2012 esta promedió RD$30.8473 y RD$31.0187, para la compra y la venta respectivamente, según el Banco Central (BC). En 2013 fue RD$41.7058 y RD$41.8069 (compra y venta) por dólar, impactando las importaciones: según el BC, estas se duplicaron al pasar de US$7,366.3 millones en el 2005 a US$14,537.30 y US$14,917.20 en el 2011 y 2012, respectivamente. El 2013 disminuyeron en 0.1%, siendo US$13,875.7 millones y 0.9% de lo importado en el 2012. Pero las exportaciones no han reaccionado. Su crecimiento promedio es 1.01% desde el 2005, lo que empujó (hasta el 2012) el aumento negativo de la balanza de pago en ¡8.48 veces! Es halagüeño que del 2012 al 2013 esta recuperara valor en 63.13%, reduciendo su déficit de ñUS$4,011.80 millones a ñUS$2562.2 millones. Es una excelente señal, en medio de un sistema económico vegetativo, lleno de necesidades sociales apremiantes, generadoras de déficit, compensado con endeudamientos. Ilustra la imposibilidad del Gobierno de ingresar, por vía fiscal, lo gastado en atender de demandas sociales cada vez más visibles y perentorias. El tema llegó, definitivamente, al Congreso. Este escuchó las posiciones sobre el DR-CAFTA del Ministerio de Medio Ambiente y de los importadores de vehículos. Tales interlocuciones mueven a pensar que el liderazgo representativo no calibra aún, en justa perspectiva, lo que se tiene en las manos: la oportunidad de generar más divisas. Un mecanismo de reducir la pobreza a través del incentivo de una producción anclada en la capacidad de consumo del mercado norteamericano, una vía de fomento de las exportaciones. China puede responder a los congresistas si el mercado de USA contribuye o no al desarrollo. El caso es que a la RD se le hace cada día más tarde en lo referente al DR-CAFTA. Peor si continúa la inercia. Se durmió por años, ignorando sus pros y contras, de espaldas a él: una transacción de “mercado por mercado”, uno grande por uno chico; uno con gran capacidad de consumo y exportación, otro con su parque exportador desvencijado y consumo cada día más afectado; con su parque productor presa del pesimismo por lo único que objetivamente mata el espíritu emprendedor: la carencia de un clima económico apropiado. Es una síntesis de la historia económica nacional del siglo XXI, hasta días recientes, cuando los hechos y resultados indican formas diferentes de no coger por las hojas, el rábano. Decimos que el incremento de la producción con vocación exportadora se sugiere como lo factual económico tras las “agachaítas” y visitas sorpresas del Presidente de la República a los bellos durmientes campos y sectores productivos dominicanos. El Ejecutivo asiste a estas citas para extraerlos del letargo, con financiamiento prudente pero efectivo, besando al sapo y a la princesa. ¿Logrará dignificarlo y, a ella, despertarla de su modorra? Con la ausencia de las asociaciones de productores, hasta hoy, en el Congreso, el legislador podría estar perdiendo la oportunidad de escuchar, del corazón mismo del pueblo productor, las razones por las que, para ellos, el DR-CAFTA ha arrojado, localmente, tan pírricos resultados. Por qué, contrariamente, parece haber sido “ensalmado” para generar su contrario: una escalada importadora (en 2011 y 2012 duplicada respecto al 2005) con la amenaza cierta de arrasar a niveles sin precedentes la actividad económica de las pocas empresas productoras que aún subsisten en RD. Una cosa es importar lo que no producimos y otra, sepultar lo que producimos o podemos producir. Es lo que argumenta la necesidad de un vuelco del diálogo, en función de un DR-CAFTA: halarlo hacia los productores de bienes exportables u orientados a la demanda interna. El productor invierte y coordina recursos, capacidades trabajo en una apuesta, con una meta de negocio/servicio social cuyo objetivo es un premio: su ganancia. El DR-Cafta entrega al país un mercado con niveles impresionantes de consumo y fomenta una cultura ética en la producción nacional que, junto a la ganancia, tiene que observar la calidad: veracidad. Los productos contienen y son lo que dicen; compensan y satisfacen lo que la gente, aquí o allá, espera al pagarlos. Un aporte porque resultaría más caro poseer dos líneas de producción para un mismo artículo. Nadie hace negocios para que resulte más la sal que el chivo. Los diputados y senadores tienen a su disposición, pues, una oportunidad para corregir los errores de haber firmado cheques en blanco cuyos efectos resultaron en, por ejemplo, el 97-3 de la Barrick Gold. Lo que también vale para quienes aspiran a sustituirlos: comprometerse con los representados como acto básico de la Democracia el función de articular esta doble forma de combatir la pobreza: generar riquezas locales porque empresas y producción significan incremento de empleos e ingresos fiscales. Hoy, cuando a pesar de su estado vegetativo, el tema de la pobreza pierde enfoque mediático, por ejemplo en Norteamérica (de lo que hablaremos en otra ocasión), los aspirantes a conservar sus curules o a ganarlas tienen un insumo para articular el compromiso social, uno estructurador y mensurable: fortalecer la capacidad productiva y exportadora de las comunidades con miras al DR-CAFTA. A él pueden asistir agachaítos como hace el Mandatario. O como princesas animadas o sapos humanizados, como aparecen en relatos e imaginarios.