Equidad de género y macroeconomía
(2)El Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó un estudio donde analiza la participación de la mujer en el mercado laboral y su relevancia económica, los obstáculos que impiden que las mujeres desarrollen plenamente su potencial económico y las políticas que podrían adoptarse para superar estas dificultades. Además del FMI participaron instituciones académicas y el Banco Mundial. El informe establece que en determinadas regiones -según estimaciones-, las pérdidas del Producto Interno Bruto (PIB) por habitantes atribuibles a las disparidades de género en el mercado laboral llegan hasta el 27%. David Dollar, economista, exfuncionario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y del Banco Mundial, y Roberta Gatti, han expresado que “cuando las mujeres pueden desarrollar plenamente su potencial en el mercado de trabajo, los beneficios macroeconómicos son significativos”. Otros economistas como David Cuberes, del Departamento de Economía de la Universidad de Sheffield, y Marc Teignier, profesor de economía de la Universidad de Barcelona, señalan que si se eleva la tasa de participación femenina en la fuerza laboral (TPFFL), a los niveles de participación masculina específico del país, el PIB se elevaría, por ejemplo, 5% en Estados Unidos, 9% en Japón, 12% en los Emiratos Árabes Unidos y 34% en Egipto. DeAnne Aguirre, presidente de la consultora económica Strategy & Formerly Booz & Company, junto a otros economistas, tomando como referencia datos de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), consideraron que de 865 millones de mujeres en todo el mundo que podrían contribuir en mayor medida a sus respectivas economías, 812 millones viven en países de economías emergentes y en desarrollo. Otros indicadores que revela el informe es que una mayor participación de la fuerza femenina laboral (PFFL), estimula el crecimiento porque reduce el impacto de la mano de obra y eleva la calificación por el mayor nivel de educación de las mujeres. Además, mayores niveles de oportunidades para que las mujeres obtengan ingresos y los controlen, podrían contribuir a un desarrollo económico más amplio en las economías emergentes. En general, las mujeres consumen en el hogar con su familia los ingresos que reciben. A mayor ingreso, mayor consumo familiar y mejor calidad de vida: mejores colegios para sus hijos, mejor alimentación, mejor cuidado de la salud, mejores viviendas, mejores equipos en el hogar, mejor transporte, mejores diversiones, en fin, cada ingreso de la mujer se traduce en bienestar para la familia y en una mayor dinámica y crecimiento de las economías. Para la OIT, el trabajo de la mujer es un factor importante para reducir la pobreza en las economías en desarrollo. Un mayor nivel de ingresos de las mujeres da lugar a un mayor gasto en educación, convirtiéndose en un círculo virtuoso, porque la mujer educada es un modelo de referencia. Aguirre y otros expertos consideran que “la falta de oportunidades para las mujeres en los países en desarrollo inhibe el crecimiento económico”. Así mismo, el FMI recoge en su informe citando a Andrei A. Levchenko, profesor de economía de la Universidad de Michigan, “que la igualdad de acceso a los insumos incrementaría la productividad de las empresas cuyas propietarias son mujeres”, y que el empleo de las mujeres en condiciones de igualdad permitiría a las empresas aprovechar mejor el talento disponible, lo cual redundaría en un mayor crecimiento potencial (Barsh y Yee, 2012). Para el Banco Mundial, reducir la disparidad mediante el acceso igualitario a los recursos podría aumentar sensiblemente el PIB. En un análisis realizado por los economistas Cristian L. Dezso y David Gaddis Ross de la Universidad de Maryland y de Columbia Business School respectivamente, concluyeron que “Ö la representación femenina en la alta dirección aporta beneficios informativos y sociales, enriquece los comportamientos exhibidos por los gerentes de toda la empresa y motiva a las mujeres en la gerencia media. Hay evidencias de que la presencia de mujeres en las juntas directivas y en los altos cargos de gestión se traduce en mejores resultados empresariales. Las empresas que contratan personal gerencial femenino podrían estar en mejores condiciones para atender los mercados de consumo dominados por mujeres”. Este estudio se realizó en mil 500 empresas utilizando 15 años de datos de panel sobre los equipos de alta dirección. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa 34 países, y cuya misión es promover políticas que mejoren el entorno económico y social, ha planteado que una mayor diversidad de género en las juntas directivas podría incidir en un mejor gobierno corporativo, dado que permitiría tener en cuenta una gama más amplia de perspectivas. Para John M. Coates, Neurocientífico de la Universidad de Cambridge y el profesor Joe Gerbert, “una mayor proporción de mujeres en cargos decisorios podría reducir la proporción de transacciones financieras de alto riesgo que normalmente realizan los operadores masculinos”. En un estudio realizado por la consultora McKinsey & Company en el 2008 evidencia que las empresas con 3 o más mujeres en los equipos gerenciales de alto nivel, tiene un puntaje más alto en los aspectos organizativos que guardan una relación positiva con los márgenes operativos más altos (liderazgo, ambiente de trabajo, valores en el trabajo, coordinación, control, entre otros). Este estudio está avalado por otro realizado en el 2004 en el que se aprecia una correlación positiva entre diversidad de género y rendimiento financiero. Los resultados de este estudio del FMI, pone de relieve el papel fundamental y determinante de las mujeres en el mundo económico y social. La participación de la mujer en el mercado laboral es importante en la ecuación del crecimiento y la estabilidad. Mejores empleos con mayor remuneración para las mujeres significa mayor desarrollo económico. Si se aplican políticas que corrijan las distorsiones y disparidades del mercado laboral con relación a la equidad salarial entre hombres y mujeres, el impacto en las economías sería trascendente. Las mujeres en puestos gerenciales son más eficaces, más efectivas y desempeñan sus funciones con mayor transparencia. Apoyemos políticas públicas en beneficio de las mujeres. Apoyemos lo que plantea en este sentido la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030.