Tiempo para el alma

“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?” Sal. 27 (26): 1.

Dios nos acompaña y vela por nosotros. Cuando reconocemos la presencia divina, cuando aceptamos que nada somos sin Dios, cuando entregamos nuestras cargas al Señor, encontramos el mensaje: “No temas, yo estoy contigo”. David nos lo enseña en el Salmo 34: “El ángel del Señor hace sus rondas junto a los que le temen y los guarda” (verso 8).

El Señor envía sus ángeles alrededor del que lo ama y lo sigue; no desoye nuestras súplicas: Pero va más allá: Él nos defi ende de las garras del enemigo.

En los momentos de miedo, de temor, de angustia, de persecución, de amenazas, tengamos esto bien presente, grabado en nuestra mente y nuestro corazón: “(el Señor) tiene puestos sus ojos en los justos y sus oídos pendientes de sus clamores” (Sal. 34: 16).

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