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ORLANDO DICE...

El Comité Central y la senaduría por Barahona

MALAS ARTES.- La carta de José Carrasco desde Barahona, y que publiqué el sábado pasado, aclara el agua si alguna vez estuvo turbia. El problema no es que José del Castillo suba al Comité Central y sea ejemplo de una sorprendente y adelantada carrera política. El problema es que esas credenciales puedan llevarlo a aspirar a senador por la provincia de Barahona, y no solo lograr la candidatura, sino alcanzar la posición. Entonces se trata de negar ocasión al escrutinio abierto, y que la democracia sea un proceso predeterminado. En Barahona, y acogiendo como bueno y válido este predicamento, solo Eddy Mateo puede ser senador. Y eso no le conviene a nadie, ni contribuye a nada: Ni a Barahona, ni al PLD, y menos a la democracia dominicana. TESTIMONIO.- El testimonio de Aristófanes Urbaez resulta más que suficiente para ilustrar esa época, pero igual para convenir en la necesidad de superar la maldad como arma política. No es que sean una fraternidad, ni se comporten como los primeros cristianos ocultos en las catacumbas, pero las zancadillas, el ataque artero, incluso premeditado, no puede ser una tradición noble ni aleccionadora. Si como se observa en estos casos son lobos de sí mismos, Plauto escribió “ homo homini lupus ” (el hombre es lobo para el hombre), la situación de los peledeístas será parecida a la del film Durmiendo con el Enemigo. Veamos la historia del Roedor: “Mi admirado Orlando:¡Qué verdad tan grande! “El PLD es el único partido que lleva actualmente una vida institucionalizada (sic). Quienes conocen historia saben que desde los tiempos de Juan Bosch se constituye en determinadas circunstancias en una maquinaria que destroza carreras políticas, incluso bien posicionadas”. Te explico: en 1982 (el Comité Político en el Congreso Nin Diplán, el 1ro. había sido el Constitutivo Juan Pablo Duarte, 1974, había sido elevado a 9 miembros). “Mi caudillo” me llamó a un lado en la Casa Nacional y me dijo: “Pancho Villa, en la reunión de anoche, el CP te escogió para la Regiduría No. 6 del D.N.”. El PLD, partido chiquito, usaba sus hombres y mujeres más leales. Le dije que sí, que yo hacía lo que el líder y el PLD quisieran. No es que no tenga aspiraciones, sino que la ambición no es mi pecado principal. Cercano el día de las votaciones de mayo, acudí donde el 2do. Secretario General (R.A.), quien estaba con su secretario M.M. (conocido en Cabral como “Delmis”, hombre inteligente, pero de endeble disciplina de trabajo y familiar, que su mismo jefe decía que “su escuela de formación fue la mata de limoncillo del patio de la C.N.”), y me escondieron el listado y vine a verme en la 12 posición en la M.E.. Cuando reclamé, el S. G. me dijo que en mi lugar pusieron a Joaquín Gerónimo, que era arquitecto y yo poeta, pero el secretario de él apareció en el No. 4, y salió electo, porque el PLD sacó 10. Ese señor, que nadie lo eligió porque era un errante que creo que ni Comité de Base tenía, le hizo mucho daño al PLD y luego lo expulsaron porque le llamó en plena Sala Capitular “come m...” a la vocera de los regidores. Luego me suspendieron como Vicesecretario de Educación del PLD porque formaron un maldito Partido del Pueblo que La Vieja Empera y yo sabemos que jamás me reuní una sola vez con ellos, y por defenderlo a él en el Cinema Centro cuando lo acusaron de “grupismo” y lo expulsaron. “Mi caudillo” le dijo al 3er. S. Gral. (LC) que me “dejarán tranquilo” y siempre mantuve el contacto con él. Los Estatutos dicen todavía que sólo te pueden “expulsar” tu C.B. y el CP por alta traición al Partido. Como hasta mantengo mi liderazgo en CB 6, que ya no existe, de C.I., Juan Pablo Duarte, se valieron de la Dirección de C.I. para hacerlo. No elevé ningún recurso porque aprendí con Don Juan sobre el chisme de la pequeña burguesía, y cuando Danilo me dijo dos veces: “Artesano: ¡ven para tu partido!”, le dije que prefiero ser miembro inorgánico y servir desde el periodismo. Antes de que deje esta tierra saldrá el libro: “Yo fui un escribano de Juan Bosch”, que dejará ronchas permanentes en los farsantes, porque El Viejo tenía una memoria asombrosa, ¡en eso lo heredé! El Roedor.

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