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PANCARTA

Los viejos males del Senado de la República

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Raúl Pérez Peña (Bacho)Santo Domingo

Los males del Senado se arrastran desde viejo, antes de la designación de Joaquín Balaguer como “Padre de la democracia dominicana”. Eran tiempos en que el PRD tenía control absoluto de la cámara alta. Sucedieron otras cosas por el estilo que espantaron las esperanzas de que el Senado pudiera jugar un papel digno de los apremios sociales e institucionales del pueblo dominicano. A vuelta de almanaque, el PLD asumió el control de las dos cámaras legislativas bajo la misma máscara de “cambios” con que subió las escalinatas del Palacio. La historia es conocida en todo el país. Cada iniciativa traía un maco. Así apareció el barrilito. En lugar de atender su cartón o misión legislativa, los senadores todos se proclamaron benefactores de sus respectivas provincias. El cuento ha sido ayudar a la comunidad. ¡Oh comunidad, cuantas distorsiones y aberraciones se comenten en tu nombre! Durante años no se ha presentado un senador a explicar el barrilito como recurso del arte de legislar. Tampoco se demuestra que para ser buen senador debe contar con esa botija de dinero. Crear proyectos de leyes y promover su urgencia social en debates públicos y contradictorios es una cosa. Otra cosa es agenciarse anualmente sumas millonarias mediante el barrilito con el pretexto de asistencia a las comunidades provinciales. Esta aberración de puro corte corrupto descalifica al Senado de cualquier país. Luego del escándalo destapado con las prácticas de nepotismo de la mayoría de los senadores, se presentó ante la prensa el presidente de la Cámara diciendo que él no sabe nada, que si algo pasó él lo ignoraba. Absolutamente nadie en este país se cree ese invento el senador por el Distrito Nacional. Pero si alguien lo considera libre de sospecha, él está en la inaplazable obligación de que la Cámara publique la lista de los monjes del nepotismo. Más aún, el presidente del Senado queda emplazado por el futuro de la imagen de su Cámara a promover sanciones a los que han usado indebidamente el dinero del contribuyente. Y una acción pública contra los que sustraen cheques mensuales destinados a terceros. El colmo fue del Senador que destinaba un cheque a un pariente fallecido, compungido “porque no se había muerto nunca”.

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