TESTIGO DEL TIEMPO
El “arrallano” solitario
NUEVA YORK.- Melvin Mathews, Eli Heiliger, el extinto general Charles Dunlop y yo somos “cocolos puros”, sin “sangre dominicana”. A los hijos de cocolos y dominicanos les llamamos “arrallanos”. Muchos “cocolos puros”, sufrimos rechazo de los dominicanos, pero muchos “arrallanos” sufren rechazo doble y una terrible soledad, porque no son totalmente aceptados en ningún grupo. El senador peledeísta petromacorisano Alejandro Williams Cordero es un “arrallano” sin consciencia de clase con un gran bolsillo apoyando su gigantesco, insatisfecho y confundido ego. Llegó a la política vía un ilustre “cocolo puro”, Austin Jacobo. En Presencia y Raíces, una organización neoyorkina, William conectó con Leonel Fernández, convirtiéndose en un generoso donante de campaña. Cuando decidió ser senador, asistió a una reunión de consueleros en El Bronx, buscando apoyo. Ahí le pregunté por qué no intentaba diputación que sería menos difícil. El entonces senador José Emeterio Hazim Frappier (no me da ni frío ni calor) controla la vida económica petromacorisana. “Ganarle sería costoso, difícil y trágico. Con él, si ganas, pierdes, porque humillar al dueño del pueblo con una derrota sería la peor desgracia de tu vida”, comenté. “Senador o nada”, dijo su ego con voz ventríloca. Intentando disuadirlo, el presidente Fernández le preguntó: “¿Doctor William está usted seguro de que puede ganarle al senador Hazim, está usted seguro de que quiere dejar sus prósperos negocios en Nueva York por una posible senaduría?” Respondió usando a Danilo Medina, para conseguir la candidatura. Contra la voluntad presidencial, este perfecto desconocido se gastó más de un millón de dólares y derrotó al incumbente. Los petromacorisanos votaron contra la centralización político-económica que representa Hazim Frappier. Ahí comenzaron los problemas de Williams Cordero, pero él ni lo advirtió, porque su ego embriagado de su propia grandeza de seguro se consideraba camino a la Presidencia de la República.