TRIBUNA ABIERTA
Emma ya viajó en el Metro
Por fin Emma viajó en el Metro. Me costó algo de trabajo convencerla. El ancestral temor a las cavernas, se había apoderado de su ánimo. Eso de andar por debajo de tierra no le agradaba, pensaba que sólo podía encontrarse con ratones y murciélagos. Razoné con ella, le dije que yo he viajado en numerosos metros en varias ciudades del mundo y que nunca me encontré con un ratón y menos con un murciélago. Una llamada de su amigo el astrólogo fue el motivo de su decisión. Su querido amigo, el lector de las estrellas la invitaba a una sesión. Hacía días que no oía hablar del famoso personaje; cuando me comentó de la llamada, de inmediato le dije que lo mejor era que se dirigiera a Villa Mella, donde vive el astrólogo, en el Metro. Tras dudarlo un momento, decidió ir en el nuevo medio de transporte. Con gusto me ofrecí a llevarla a la estación más cercana. Así que el día señalado, se arregló con esmero y yo la conduje al sitio desde donde emprendería su aventura en el novedoso tren subterráneo. Iría hasta el final de la línea, a Villa Mella. Cuando volvió, a prima noche la interrogué curiosa, quería saber todas sus impresiones. Me miró con sus grandes ojos y me contó que aquello era una maravilla, nunca imaginó algo tan prodigioso, rápido y cómodo. Compró su tarjeta y después de su viaje de ida y vuelta, la estación le pareció muy linda y no tuvo ninguna sensación de claustrofobia, tampoco vio ratones o murciélagos. El tren llegó rápidamente y ella se montó en el primer vagón; había asientos desocupados, así que hizo el viaje con comodidad. Coincidió con una señora que también se dirigía a casa del astrólogo, entabló animado palique con la señora y juntas se dirigieron a la cita con las estrellas. Está demás decir que mi factótum se ha aficionado a los viajes en metro, ya ha recorrido todo el circuito y busca la forma de ausentarse para dedicarse a dar más paseos en el recién descubierto medio de transporte.