PANCARTA
El ‘hombre del maletín’ descalifica a legisladores
Los diputados y senadores que en cumplimiento del deber y del mandato ciudadano no han recibido nunca dinero para favorecer proyectos privados o del gobierno central dignifican la función legislativa y honran ese poder del Estado. Los legisladores que juraron servir a la Patria y nunca han privilegiado intereses personales para la cual fueron electos. A la inversa, provocan la indignación de la gente aquellos legisladores que actúan en sentido contrario y se dejan atraer por el dinero que fluye a chorros para levantar sus manos favorecer proyectos ajenos al interés nacional, de sus provincias o de la capital dominicana. ‘El hombre del maletín’ constituye una figura propia para una obra literaria, teatral, de cine o un documental de largometraje. ‘El hombre del maletín’ malogra la imagen que debe caracterizar a un exponente de un poder legislativo serio. ‘El hombre del maletín’ tiene una trayectoria funesta, con décadas interviniendo con dinero para corromper legisladores y lograr el rechazo o engavetar proyectos beneficiosos para el país. Con la silueta del clásico corruptor ‘El hombre del maletín’ ha pagado millones de pesos, dólares, francos, euros o en especie, por pasar proyectos atentatorios contra la institucionalidad que ofenden la memoria de los patricios. ‘El hombre del maletín’ merodea pasillos y curules comprando voluntades y vulnerando actitudes. Frío y calculador, ‘El hombre del maletín’ no tiene banderías políticas. Lo mismo compra el voto de un legislador del PRD, del PRSC, del PLD o de un tránsfuga político. Comparable al ave de carroña, contacta inversionistas extranjeros confabulados con dominicanos o traficantes de influencias para la aprobación de proyectos que cercenan parques nacionales, fuentes fluviales, minerales y de todo género. ‘El hombre del maletín’ cumple directrices de cimeras instancias gubernamentales favoreciendo proyectos contrarios a las más legítimas reivindicaciones por un buen futuro para el pueblo. Así las cosas, sin involucrar ni cuestionar a los honestos, ‘el hombre del maletín’ califica o descalifica a los legisladores seducidos.